A veces voy por la calle con David en el carrito, camino de cualquier sitio y no puedo evitar, cada poco tiempo, pararme para acercarme a el y comermelo a besos...
Creo que la gente que me vea pegarle esos achuchones sin venir a cuento debe de pensar que estoy como una cabra, porque desgraciadamente no es algo muy común.
Recuerdo que cuando David tenía pocos meses, en alguna ocasión, cuando bajaba sola con el a pasear al parque, me sorprendía a mi misma mirándolo, con lágrimas en los ojos a causa de la inmensa alegría que sentía de tenerlo a mi lado y poder compartir con el esos momentos...
Cuando miro a mi alrededor, por las calles, a las madres con sus hijos, me pregunto porqué nos cuesta tanto a los seres humanos el expresar nuestros sentimientos abiertamente. Porque no dudo ni por un momento de que las mamás con las que me cruzo quieran a sus hijos más que a cualquier cosa en este mundo, solo que no lo expresan de la manera en que yo lo hago.
Y es que parece que las muestras de cariño se reservan, o bien para la intimidad del hogar, o bien para cuando el pequeño hace algo bien, o nos da algún motivo que justifique el poder comérnoslo a besos. Como si hiciera falta justificar el amor que una madre siente por su hijo! o como si solo quisieramos a nuestros hijos cuando se comportan de tal manera, o hacen esto o aquello!!!
Desgraciadamente, lo que sí que veo muy a menudo, es la otra cara de la moneda. .. riñas cuando el pequeño no se comporta como debería, tirones de brazo, acusaciones o malas caras.
Y, aunque no quiero criticar la actitud de nadie, me alegraría mucho ver a esas mamás diciendo cosas bonitas a sus pequeños y mostrándoles cuanto los quieren. Pero, aunque aún no me explico porqué, el mostrar nuestro enfado hacia nuestros hijos en público nos parece normal, en cambio no nos lo parece tanto mostrar nuestro afecto.
Debe ser porque pensamos que es nuestra obligación reñirles cuando se "portan mal", como muestra de nuestro esfuerzo por educarles. Pero con el cariño también se educa. Es más, creo que es con lo único que se educa.
Quizás sea una impresión equivocada, pero creo hay en el mundo muchos niños que les vendría muy bien un achuchón a destiempo, porque sí, por estar ahí y por ser como son. Si más, sin esperarlo.
A David se le ilumina la cara cuando de pronto paro el carro y me lo como a besos. Supongo que se dá cuenta de que su mamá lo quiere mucho, siempre y en todo momento.
Es hermoso para un niño saberse tan querido...así que no dudo en demostrarselo cada minuto.