Malena, una nena argentina de 6 años, leyó con Diego, su papá, la entrada sobre las primeras sonrisas africanas. Luego de escuchar el relato y ver las fotos dijo: “los niños africanos son un poco parecidos y un poco distintos. Solo les cambia el color de la cara y el idioma, pero nos gusta jugar a las mismas cosas, que nos regalen un perro-globo y reírnos mucho”.
¿Qué más podemos decir? Este es el mensaje que queremos llevar.
Agradezco a mi destino que me regaló esta fábrica de felicidad. Disfruto mucho haciendo esto. Si me siento mal o me siento bien, si es temprano o si es tarde, si llueve, si hace calor, si es lejos, si es cerca. Si son grandes, si son chicos. Si son negros, si son blancos, si son de aquí si son de allá, cómo sea, siempre tengo ganas de “magiar”. Ya lo dije una y mil veces: Tengo el poder maravilloso de robar sonrisas.
Quiero hacer un juego con ustedes, los que me están leyendo: voy a poner fotos, nada extraño en un post en un blog, y quiero que me digan en sus comentarios si las reacciones no son siempre las mismas. La magia une, es universal, es un arte noble y sin fronteras. Ya encontré mi lugar en el mundo: es cualquier lugar donde pueda regalar magia. Lo mejor de este regalo es que yo también, cada vez, recibo un regalo. Hoy, ya con algunos años de mago encima, me doy el gusto de relajarme y disfrutar cosas en los shows que antes eran inimaginables para mí. Luego veo las fotos o los videos y no dejo de emocionarme cada vez, y esas sonrisas me las quedo para mí. Ese es “MI” momento de asombro.
Johannesburgo, Sudáfrica.
En cada escuela, hospicio, orfanato, hospital o donde sea que nos inviten, a priori siempre creemos que la presentación va a ser parecida a alguna otra, pero la verdad es que sólo poner un pie en el lugar y ver las caritas de los chiquitos ansiosos, esperándonos, se renueva completamente la expectativa. Nos miran, se ríen, se esconden y se escapan. Acá en África, mucho más que en Sudamérica, somos unos bichos raros que hablan muy extraño: uno se pone un sombrero y comienza a hacer cosas muy locas que no hacen más que abrir sus ojos y sus bocas como nunca antes. Ya me lo pregunté muchas veces: ¿qué pensarán de nosotros? En cada despedida lo compruebo cuando nos abrazan y nos quieren cerca. Lejos de la actitud del principio, al irnos nos tocan, nos agarran y no quieren que nos vayamos. Siempre le dedicamos un tiempo a las despedidas, no nos gusta irnos como quien cumple una tarea y listo: jugamos un rato, conversamos con los adultos, les deseamos mucha suerte y luego sí, nos vamos. Espero que aunque nos vayamos, la magia haya dejado su huella en todos ellos que por tantos motivos, no sólo nunca la vieron ni probablemente la vuelvan a ver, sino que además, tampoco sabían lo que era.
Maun, Botswana.
Johannesburgo, ong.
Johannesburgo, Club del Automóvil, con unos invitados muy especiales.
A veces me siento un embajador de este arte y de lavar su nombre ante quienes desconfían de él. Cuando no me dan la oportunidad de mostrar que es un entretenimiento puro y sano, que está muy lejos de ser algo oscuro, me pongo mal y me da bronca. Ya hemos pasado varios incidentes donde la ignorancia acerca de ella me impidió desarrollarla, pero por suerte, en muchos casos ha quedado su nombre bien limpio y claro.
Por todo esto y por mucho más… no me canso y no me canso de seguir con Magia en el Camino.
Les compartimos este video con muchas sonrisas, risas, aplausos, asombro y alegría. ¡Que lo disfruten!
Gracias a todos por acompañarnos en este nuevo sueño.
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