Revista Cultura y Ocio

No me des motivos – @GraceKlimt

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Sería la puta hostia de bonito seguir nuestros propios consejos, ¿eh?

Perdonad, hoy estoy de palabrota fácil.

Es que tengo un día intenso, de esos de cambios y de nervios y de readaptación de vida y de reajuste de rutinas, y bueno.

Me gusta mucho cuando me vengo arriba y me da por aconsejar a alguien, ahí, en plan psicóloga – psiquiatra – súper amiguísima – conocedora de la vida – poseedora de la verdad absoluta, y me pongo como Pepito Grillo a soltar las consabidas frases de manual que todos nos sabemos al dedillo, como la tabla del 5 o la lista de los Reyes Godos, ya me entendéis… “tranqui, todo pasa”, “el tiempo pone a cada uno en su lugar”, “no hagas caso”, “tú a lo tuyo “, “no hay mejor desprecio que no hacer aprecio”, “quien más habla es quien más tiene que callar”, “al final todo se paga”… Yo qué sé.

Qué hostia tengo, qué hostia.

Y no os cuento nada cuando me paro a pensar y a echarme la bronquita a mí misma.. Pero vamos a ver, gilipollas, ¿quien te ha preguntado a ti?, ¿quien te ha pedido opinión?, ¿quien te crees en tu vida para venir a organizar la de otro?, ¿que tal un vete a tomar por culo?”

Lo dicho, lavadme la boca con lejía, por compasión.

Y es que lo bueno de los humanos (entiéndase la ironía), es que nos creemos con derecho a valorar, juzgar y sentenciar al otro, así a la ligera, como quien sale a comprar el pan.

Y no, en serio. A ver, no. No.

Ayer me senté un rato en el parque al lado de una panda de chavales de unos 16 años, 4 chicos con pantalones caídos e inicios de barba, y dos bellezas con pantalones ajustados y melena de infarto. -No tiene ni puta idea de la vida-, decía uno, -Si ya se lo he dicho yo, que la está jodiendo-, contestaba otro, -Ya se llegará la hostia y luego vendrán los lamentos-, sentenció la rubia de la coleta.

Madre mía, lo llevamos en los genes.
Con 16 años ya lo sabemos todo.
Me quiero bajar de este mundo de locos.

Con lo sencillo que sería concentrar nuestra energía en entendernos, cuidarnos, protegernos, abrazarnos, querernos.

Pero así, ¿con quien nos íbamos a comparar para poder seguir viendo a los otros una mierda y sintiéndonos importantes?

De juzgar sin tener ni puta idea también se sale, dicen.
Yo ya no digo nada. Y lo digo todo.

Porque si tú te pones chulo, yo me pongo más, envido, órdago, y lo que haga falta.
Y si no quieres guerra, pues chico, no me des motivos.

Un último consejo, si me permitís.
Que os coman el coño, como respuesta a todo.

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