Ya lo dijo nuestra querida Mafalda:
«Es ley de la vida: siempre va a estar más despeinada la mujer que elija ir en el primer carrito de la montaña rusa, que la que elija no subirse».
Hay quien vive con tristeza,
pero acepta sus heridas,
pues mantiene la certeza
de que son parte de su vida.
Hay quien se cree cobarde,
por no hacer eso que siente,
pero nunca será tarde
para hacer algo valiente.
Hay quien vive recogido,
en su propia fortaleza,
y se tapa los sentidos
escondiendo la cabeza.
Hay quien huye del pasado
y quien le teme al futuro,
pero ni olvidar es obligado
ni lo que viene está seguro.
Hay quien vive con sus miedos,
todo el día a flor de piel,
pero entiende que sin ellos
su vida sería un papel.
Hay quien sabe disfrutar,
sonreír con lo que siente,
gritar, correr, saltar, bailar
o llorar como un valiente.
Hay quien tapa sus tormentas,
con una capa de alegría,
y a pesar de sus problemas
echa el resto cada día.
Hay quien es tan decidido,
que libra toda batalla,
y aunque no siempre haya vencido
jamás tira la toalla.
Está el que llega a viejo,
dejándose despeinar por la vida,
asumiendo sus complejos
y aceptando sus heridas.
Y está el triste suicida,
con la pistola en la sien,
reprochándole a la vida:
“No me despeinas bien”.
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