Revista Cultura y Ocio

No me quiero poner pesado

Por Aceituno

Aunque me hayan cortado las alas, a mí ya no me pueden quitar “lo bailao”. No sé en qué estado mental estaría si no hubiese tenido una vida divertida. Para una vez que vivimos y me toca sufrir un cáncer… si encima mis días sobre este mundo hubiesen sido tristes, grises, monótonos y sin chispa, no sé qué rollo mental tendrían que haberme metido en el coco los psicólogos y los psiquiatras para conseguir que no cayese en un estado de depresión profunda. Imagino que a eso se refieren los médicos cuando me dicen que no parece que esté enfermo porque a sus otros pacientes se les ve a distancia que están hechos polvo y en cambio yo, si nadie te dice que tengo cáncer, es imposible que te des cuenta. Y menos ahora que, encima, estoy engordando.

Yo creo que se debe a mi actitud mental, a mi paz interior, a mis ansias de vivir, saciadas en parte por un pasado pleno y muy divertido y variado. Ese pasado, tan doloroso de recordar en ocasiones, es el responsable de que me mire al ombligo y esboce una sonrisa. Y la clave está en los viajes en solitario. Hay más formas de llevar una vida plena, naturalmente pero, en mi caso fue eso, viajar en solitario, lo que me ofreció la posibilidad de conocer mundo y, sobre todo, conocerme a mí mismo.

No sé si uno siempre está a tiempo de cambiar el rumbo de su vida o si eso es solo para cuando tienes 20 años, la verdad es que no tengo ni idea, pero sí sé que, como mínimo, deberíamos intentarlo tengamos la edad que tengamos. No es la primera vez que hablo de todo esto en el fotonauta y seguramente no será la última porque una de las cosas que aprendí es que estoy obligado a difundir el mensaje como gratitud hacia mi vida y hacia los seres que la hicieron posible. Siento esa obligación sobre mis hombros, la obligación de gritarle al mundo que hay que divertirse, que no hay que ser esclavo del trabajo, que no hay que cargarse de obligaciones, que lo hijos cuanto más tarde mejor y que lo más importante de la vida es vivir y para vivir hay que viajar.

Ya está, ya lo dije. Como no me quiero poner pesado lo dejo aquí por hoy y os dejo en compañía de mi amiga la urraca que fotografié en el Parque del Retiro, en Madrid.

Feliz vida a todos.


No me quiero poner pesado


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