Así que tumbado en mi sofá, en una posición extraña, únicamente estoy cumpliendo con mi tarea de escribir el post semanal para este blog.
Durante la semana he tenido cenas de empresa, de amigos, bodas, reuniones de trabajo, propuestas de negocios de todos los colores, deporte, en fin, un cúmulo cosas que me han obligado a dedicar el día del Domingo a…no hacer nada, salvo este escrito. Cuando digo nada, es nada. No me he quitado el pijama, no me he afeitado, he estado tumbado todo el dia a la bartola, sin dar palo al agua. ¿Cocinamos algo? No. ¿Vamos a dar una vuelta? No. ¿Hacemos la cama? No. ¿Paseamos con la perra? No ¿Te duchas? No. ¿No te afeitas? No. ¿Has llamado,…? No ¿Revisamos las cuentas? No. ¿Quedamos con…? No. Nada es nada. Recargando pilas. Pasando por el cero absoluto. Incluso del reloj. ¿Sueño? Dormir. ¿Cansado? Siesta de dos horas y media. ¿Aburrido? Hasta morir. ¿Pensar? Tarea prohibida. Me habla la planta que tengo en la terraza y ni le contesto. Solo siento el grito de las tareas mínimas de mantenimiento. Me pongo en posición vertical únicamente para beber (agua), comer de los restos de la nevera, y responder a las necesidades puramente básicas del cuerpo. ¿La mente? No existe, en blanco. ¿Y el móvil? No sé dónde está. Reconozco que estas maravillosas 24 horas son reparadoras para cuando llegue el Lunes y vuelva al trajín diario. Estaré fresco, con ganas, con ilusión y seguro de que todo irá bien. Si no es así ya lo resolveré, pero mañana. Hoy no. Ni aunque tuviera ganas, que no las tengo.Pip, pip, pip,…, estoy apagado o fuera de cobertura en este momento.