Revista Libros
Se me queda esta cara, que luce tan bien Clooney, cada vez que trato de entender a una mujer.
Siento decepcionar, este post no habla de política, podría pero no. Hay temas que me interesan más que ver a mis compañeros de país golpearse una y otra vez contra la misma piedra cubierta de mierda.
Desde siempre he procurado entender a las mujeres.
Nunca me he creído eso de que sois de Venus y nosotros de Marte. Siempre mantuve la certeza de que compartíamos planeta, pero veo que no.
Cuando era más joven leía la Superpop, la Cosmopolitan, la Coure (o sus antecesoras), investigaba en esas revistas para llegar a conoceros un poco mejor. Suponía que si sabía como respirabais sería más fácil el cortejo.
Algo aprendí, poco. Bueno, como anécdota decir que imité el look de Luke Perry en Sensación de Vivir, no me quedaba muy bien. Fue un fracaso, quemaría todas esas fotos con tupé.
Los libros que nos obligaban a leer en el Instituto no dejaban de ser clásicos impuestos por gente que no estaba preocupada por nuestra cultura amorosa. Sacaba cosas de Ana Ozores en la Regenta o de alguna mujer de la Colmena, pero sin más que rascar. Las versiones oficiales no me valían.
Busqué en Jardiel Poncela y Benedetti las verdades ocultas que tan necesarias serían para mi vida futura.
Del primero me apropié de su ironía, del segundo la elaboración del poema sencillo que llega.
Deseché las películas del Landismo, obvié toda producción americana que os convirtiera en mujer florero que tenía que ser rescatada por el héroe cachas.
Dejé de ir a misa porque no me gustaba como hablaban de Maria de Magdala y no me creía eso que decían de que una mujer se quedó embaraza sin contacto carnal. Así no eran las cosas.
Las Mama-Chicho y Telecinco no eran imagen fiel de la realidad, como no lo son ahora, con la misma caspa que tienen los programas de Jose Luis Moreno. Su última bazofia cara se llama Alfombra Roja y nos cuesta 220.000 euros a todos, esperpento rancio y penoso.
Fuimos educados en el romanticismo como medio de llegar a las mujeres, en el "hacer el amor con delicadeza". Ahora está de moda el sado con ricos en aviones o habitación dignas de burdel asiático, la sumisión absurda, el desequilibrio de roles. Del "misionero" ni hablamos, proponlo y te mirarán como con pereza.
Cada vez que se preguntaba a una chica como es su chico ideal decía : "que sea cariñoso, que me quiera, que me haga sentir como una reina". Luego siempre elegían al macarra del grupo, al chulo estúpido. Al final se arrepentían cuando rascaban un poco debajo de la chupa de cuero adquirida en los chinos.
Lo de tratar como una reina debe ser que te deja tener amantes mientras vas de caza o algo parecido, nunca lo he entendido, a mi las metáforas los lunes no me entran.
Oscar Wilde decía eso de que "las mujeres están hechas para ser amadas, no para ser comprendidas", y puede que tuviera razón. Muchas veces escucho a mujeres justificarse con un "no me entiendo ni yo" que suele ser la antesala del "no es por ti, es por mi" que siempre acaba con un portazo inmisericorde.
Mis disgustos con las mujeres vienen de lejos.
Yo era un niño de unos 5 o 6 años, no había empezado la EGB. Un día salí de clase llorando, con un hipo incontrolado, roto de dolor. Cuando mi madre me preguntó el motivo de esa escena yo contesté que "Susana me había dicho que se iba a casar con Pedro". Pedro era un tonto del culo, no tenía mis rizos de oro, era más feo y tenía pinta de garrulo. No podía entenderlo, desde aquel día no volví a entender a una mujer demasiado.
Y muchos años después aquí andamos, escribiendo en mi blog lo que me da la gana.
No me sirve para conoceros mucho,pero me sirve para conocerme más a mi.
Joaquín Sabina y Alejandro Sanz "Princesa"