Imaginadle unas alitas en la espalda...no es la viva imagen de un angelito???
Papá le sacó esta preciosa foto hace un par de días y no me canso de mirarla....Y es que es difícil cansarse de admirar algo tan tierno y tan dulce.
El otro día, alguien comento que quizas estaba endiosando a David y que esto podía suponer un problema.
No sé si le estoy endiosando...solo sé que le miro y se me hace imposible no verlo en toda su grandeza, como al ser único y maravilloso que es. Se me hace difícil englobarle en un "todos" cuando para mi es especial y único. Me resulta complicadísimo mirarle sin ver esa luz que desprende y que ilumina todo.
Cada niño es especial... un regalo que nos ha hecho la vida.
Está en nuestras manos el defender esa particularidad, esa sensibilidad, esa luz. Es nuestro deber preservar su pureza, la limpieza de su mirada, la sinceridad de su sonrisa.
Está en nuestras manos el proteger esas alitas invisibles que les permiten trascender, volar alto y creer que todo es posible.
Probablemente, antes o despues llegará el día en que dejen de creerlo...quizas algún día se fundan en el conjunto, en la impersonalidad de las masas, olvidando que fueron y son únicos.
Luchemos con uñas y dientes para que el mundo no les robe sus alas y permanezcan puros, únicos y felices, sobrevolando la nube gris que nos envuelve y creyendo que todo es posible.
No tengamos prisa en matar a estos angelitos para convertirlos en simples mortales y disfrutemos de la ocasión que la vida nos ofrece de ver el mundo desde sus ojos.
Dejémonos guiar sin miedo y con absoluta confianza por nuestros particulares angelitos. Porque ellos conocen la esencia, lo que de verdad importa..guardan el secreto de la plenitud y la felicidad.
Y son tan buenos que solo desean compartirlo con nosotros, porque saben que lo hemos olvidado.
Nosotros, a cambio, solo tenemos que escucharles y tratar de comprender su peculiar idioma.
Un idioma que solo se puede comprender si se escucha con los oidos del alma.