Un título así es imposible que no llame poderosamente la atención de cualquier lector, al menos la mía si la llamó, tanto que decidí tirarme a la piscina con un libro cuya sinopsis en un principio no me seducía nada. Acababa de terminar una novela negra dura, durísima que me puso el cuerpo del revés en más de una ocasión, y de estómago delicado precisamente no me considero.
Necesitaba una novela optimista, una lectura de entretenimiento que me quitara el mal cuerpo y me hiciera disfrutar de mis escasos minutos de ocio, y me decanté por esta, porque el título se me quedó prendido en las retinas desde que lo vi en el catálogo de Espasa, quería una novela sin pretensiones y me encontré reflexionando sobre lo que leía.
Me pareció un libro muy fresco en cuanto a su formato, y muy cotidiano en cuanto a su trama, una novela para disfrutarla y tomar alguna nota, y como no, reflexionar sobre el valor del silencio, que vale a veces incluso más que una palabra.
La autor@:
Últimamente estoy leyendo muchos libros cuyos autores trabajan en la pequeña pantalla, se nota que casi no veo la televisión y que no los conozco por su nombre, y también que no suelo mirar las solapas de los libros, así que cuando finalmente se quién es el autor, o ya he leído la historia, o bien la tengo ya en la estantería y me toca vencer mis prejuicios, aunque cada vez me cuesta menos, porque he leído libros que me han entusiasmado a pesar de que su autor no ha sido santo de mi devoción.
A Raquel Martos solo la he visto en El Hormiguero, y la verdad es que había días que me caía fenómena y otros en que me parecía una petarda, supongo que dependía tanto de mi humor ese día como de lo que le tocara hacer, aún así reconozco que este libro me ha sorprendido para bien y que me ha hecho plantearme que necesidad tiene de aparecer en ciertos programas...
Raquel Martos es periodista, guionista y escritora. Ha desarrollado su carera profesional en distintos medios. En la radio destaca su paso por Onda Cero y M-80 ( No somos nadie); actualmente colabora en La ventana de Carles Francino (Cadena Ser).
Durante varios años ha sido una de las principales colaboradoras de El hormiguero, programa al que sigue vinculada como guionista.
Junto con Laura Llopis, es autora de La chica que se quería quemar a lo bonzo (Aguilar). Con Espasa publicó en 2012 su primera novela, Los besos no se gastan, que ha sido traducida con gran éxito en Italia.
Argumento
Carla, habladora compulsiva, exageradamente emocional y expresiva, piensa que lo peor que le ha podido pasar es quedarse sin voz durante seis semanas, justo cuando atraviesa un a crisis personal y profesional que ha puesto su vida patas arriba.
Obligada a estar callada, pero incapaz de quedarse sin decir nada, Carla, tan impulsiva e irónica como siempre (a través del WhatsApp, la pizarra y el e-mail), aprenderá a comunicarse con el mundo como nunca antes lo había hecho y escuchará por fin cosas que jamás había oído por mucho que se las hubieran dicho. No pasa nada y si pasa, se le saluda.
La novela debe su titulo a una frase del abuelo de Carla, la protagonista. Y me ha dado mucho que pensar, porque soy una persona que se come mucho la cabeza, que se preocupa antes de hora, y si soy sincera solo me sirve para sufrir antes y después, o haber sufrido sin necesidad. De ahí que el titulo me atrajera tanto.
Un año antes de mi despido, empecé a preocuparme severamente, tanto que le echaba horas al trabajo que nadie cubría y buscaba posibles soluciones a los problemas de impago, que nadie me pedía y tampoco eran tenidas en cuenta. La situación llegó a ser tan tensa que ir a trabajar era un suplicio, y llego a ser tan desagradable para mí, que si mi jefe no me comunica el despido por no poder pagar mis honorarios, creo que me habría terminado yendo yo, sobre todo para salvar los pocos muebles que le quedaban ya a mi salud mental y a mi autoestima.
De aquella experiencia aprendí que si me hubiera preocupado solo cuando mi puesto realmente peligraba, que es cuando me comunicaron el despido hubiera sufrido solo quince días, sin embargo mi calvario empezó mucho antes... Pero como es más fácil proponérselo que conseguirlo no siempre logro pasar, aunque hay un campo en el que lo he logrado plenamente, en el de la salud... y más me valía porque no es que este sana como una manzana. Mis impresiones
Si determinante para mi ha sido el titulo de esta novela, también lo ha sido la profesión de la protagonista, Carla, que trabaja en la radio, la locución radiofónica es lo que más echo de menos de haber abandonado el periodismo activo, ese gusanillo cada vez que estabas en el aire, la complicidad con el resto de locutores durante las cuñas publicitarias, ese eterno improvisar porque el directo tiene esas cosas... La morriña me llevó a adentrarme en las páginas de esta novela, y a empatizar con Carla, que no se movía en el ambiente que más le gustaba pero hacía de su voz su medio para ganarse la vida.
Y es precisamente esa voz la que no puede utilizar desde las primeras páginas, por una operación de nódulos en las cuerdas vocales, muy frecuente entre los profesionales que utilizan mucho la voz. Comienza así una historia narrada en primera persona por una persona locuaz, que no calla ni debajo del agua y que de buenas a primeras se encuentra por delante 6 semanas sin poder articular palabra y tiene que buscar otros medios para comunicarse.
Así que armada de una pizarra blanca encara el día a día con las personas que acuden a verla a su domicilio, pero distinto es cuando la llaman por teléfono, que se siente como un mueble porque no puede contestar, aunque la tecnología se lo ha puesto muy fácil con el whatsapp. Y quizá en este punto se encuentra lo más fresco de esta historia, porque cuando utiliza la pizarra encontramos letras mayúsculas y negrita, y cuando utiliza el móvil y la aplicación que tanto furor está haciendo, lo que encontramos en el libro bien podría ser una replica de la pantalla del móvil, con sus globos en dos tonos para saber quien pregunta y quien responde.
La autora hace gala de un estilo sencillo pero no por ello simple, plagado de diálogos tecnológicos combinados con largos monólogos, que son las reflexiones de Carla, unidas a su desazón por perder un trabajo que no es que le llene pero tampoco desea dejar, y de esa forma siguiendo semana a semana le vida de Carla, vamos conociendo a su madre, a su amigo Juan, a su amiga Marian, y a algunos compañeros de la cadena de radio. Y sobre todo asistimos a la evolución de Carla como persona, si al principio era impetuosa, y hablaba sin pensar, poco a poco va aprendiendo el valor del silencio, y aprenderá a escuchar cosas que aunque no es la primera vez que oye, no ha sabido aprehender, modificará sus prioridades, se dará cuenta de que no siempre hay que ir lejos para ser feliz, que quizás la tienes al lado y no has sabido apreciarla.
También aprenderá a respetar las decisiones de sus amigos y que no siempre ella tiene la razón por más que no sepa ver más que su punto de vista. La historia es toda una lección de aprendizaje del valor del silencio, del respeto hacía los demás y hacía uno mismo, de la funcionalidad de las nuevas tecnologías, de la necesidad de pensar las cosas dos veces antes de decirlas y sobre todo del valor de la amistad incondicional.
La novela sin duda alguna tendrá algo de autobiográfico ya que la autora ha estado dos veces operada de nódulos en las cuerdas vocales, ha sufrido el quedarse sin voz en los momentos menos apropiados cuando es su herramienta de trabajo y toda su experiencia la ha volcado en Carla.
Si eres amante de la música también tienes en esta novela un gran repertorio para escuchar, Carla y me temo que la propia Raquel son melómanas y es posible escuchar la banda sonora de esta novela leyendo con el móvil el simbolito de marras que en este momento soy incapaz de recordar como se llama.
Conclusión
No pasa nada y si pasa, se le saluda, es una novela fresca, ágil, que emociona y obliga a reflexionar, una novela bien escrita y actual que introduce de forma natural las nuevas tecnologías como las conversaciones por whatsapp dándole un toque moderno y a la vez ligero, desdramatizando las reflexiones más profundas.
Es una novela con un gran sentido del humor porque Carla es una mujer que utiliza la ironía de una forma muy fina y al mismo tiempo muestra la evolución de una persona irreflexiva y locuaz, hacía la reflexividad y la mesura de las palabras, porque en ocasiones la belleza se encuentra más en la ausencia de palabras que en la sobreabundancia de ellas.
Una novela que irradia optimismo a pesar de las sombras, que pone de manifiesto valores que muchos creen perdidos, y que enseña a buscar la felicidad en las pequeñas cosas y en las personas que tenemos más cerca.
Si te atreves con ella seguro que disfrutas de una lectura ligera y con pocas pretensiones pero que te llega al corazón, quizás porque he visto en Carla un espejo, y porque yo también quisiera evolucionar a la par que ella en algunos asuntos.
Retos
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