Ayer decenas de miles de personas salimos a la calle. Y lo hicimos para defendernos del franquismo, todavía muy presente en la sociedad española.
Mientras la lideresa nos llamó carcamales y el gran líder, Rajoy, habla de manifestación antidemocrática –que sabrá este individuo lo que es la democracia—,aliándose ambos con las tesis franquistas, ayer Madrid estaba en la calle.
Porque esa transición, tanto tiempo considerada modélica, hoy se ha visto llena de agujeros negros. Huecos por donde vuelven a surgir franquistas que quieren impedir que las víctimas del franquismo sean enterradas, sean dignificadas, que se reivindique su memoria.
Por decencia histórica, porque no es posible mantener más tiempo esa herida abierta. Porque hay que reparar los crímenes cometidos por esta atroz dictadura. Porque a los que hay que juzgar es a los criminales y no a quien defiende a las víctimas. Ayer más que nunca Madrid le dijo a los fascistas que ¡No pasarán!
Esta vez sí, ayer puede haber comenzado el fin del franquismo.
Salud y República