por German Antelo Solozábal
Hace muchos años atrás un viejo maestro mío (por aquel entonces no lo reconocía así) me contó una historia que más o menos era así: En un pequeño país había una familia que era millonaria y tenía una única hija llamada Mika, por supuesto dinero no le faltaba, vivía en una espectacular casa rodeada de montañas y mar, había terminado sus estudios, dirigía los negocios con su padre, pretendientes en el amor no le faltaban, ya que además era una mujer muy bella. También gozaba del reconocimiento de todos aquellos que la conocían, le admiraban y la querían. En síntesis para los patrones de esa sociedad, Mika tenía la vida perfecta.
Con todo lo que tenía Mika no era feliz, no resonaba, sentía ciertos vacíos que toda su realidad no se lo llenaba pese a tener “la vida perfecta” según decían todos, ella necesitaba algo diferente, era como si todo estaba estructurado y armado, no estaba a gusto y muchas veces se iba a un árbol muy grande que había al pie de una montaña. Allí trataba intensamente buscar respuestas a por qué no era feliz con todo lo que le rodeaba y además como estaba sola, podía permitirse llorar, algo impensable delante de nadie, porque hay que recordar que tenía “la vida perfecta”.
Una vez cuando llegó a su árbol se encontró con una mujer de mediana edad, cuyo rostro transmitía mucha tranquilidad y luz, Mika sintió paz pero al mismo tiempo ansiedad por saber quién era ella y qué hacía por allí. Rápidamente le preguntó cómo se llamaba, a lo que la mujer le preguntó: ¿Tú debes ser Mika?, ella quedó sorprendida y con un poco de sorpresa le dijo que sí, y antes de preguntarle cómo lo sabía, la mujer desconocida le dijo “me imaginé que eras tú, porque todos desean ser como tú, tener la vida estructurada y decidida por otros, muchos suponen que eso es la felicidad, pero tu cara dice otra cosa, tu rostro muestra tristeza y ganas de SER otra cosa. Mika, ¿qué te gustaría tener en tu vida?.
La joven bella, después de quitarse la angustia ante la pregunta de la mujer desconocida, le dijo: “me gustaría poder hacer cosas que no hago, como por ejemplo decidir por si sola, equivocarme, no ser observada constantemente, marcharme a otro sitio, aprender otras cosas, crear mi propia vida, trabajar y construir un negocio vinculado a enseñar a los niños mis pasiones, que son cantar y bailar, necesitaría……….Mika rompió a llorar desconsoladamente, intentaba decir lo que necesitaba pero no podía porque el llanto era continuo, pero cuando la mujer del rostro iluminado la abrazó, Mika sintió algo que buscaba hace años comprensión y cariño, fue entonces cuando dijo: “necesito SER yo y romper las cadenas de esta vida que tengo totalmente dirigida, necesito dejar una huella y así como vivo siento que no podré hacerlo…”
La historia continúa, vosotros pueden ponerle el resto del guión, así recuerdo que me dijo mi maestro, en aquel momento no entendí nada de todo esto. Después de muchos años cuando me re encontré con él, me recordó esta historia y me preguntó si había descubierto que me quiso transmitir. Le dije que estaba muy vinculada a la necesidad de SER uno mismo, honrando los VALORES propios, porque si no los haces, puedes tener todo para que “tu vida sea perfecta” pero siempre tendrás un vacío emocional que no lo llenarás nunca hasta el día que por fin descubras y vivas desde tus Valores.
La historia de Mika muestra que tenía VALORES muy potentes que no vivía en su vida, como la LIBERTAD de dirigir su vida, tomar decisiones referentes al camino de su vida, darle rienda suelta a su ESPIRITU EMPRENDEDOR, vivir y trabajar con su PASIONES que eran cantar, bailar y enseñar a los más pequeños, algo que adoraba y no lo hacía, buscaba cambiar su Visión de vida pero “la vida perfecta” la tenía atrapada.
Con esta historia quiero transmitirte estimado lector que es vital y fundamental que descubras y te conectes con tus VALORES, no pierdas más tiempo, si buscas resonar , encontrarle sentido a lo que haces, disfrutar de tu vida y engrandecer a quienes te rodean, no te queda otro remedio que embarrarte, descender a tu interior y desenterrar lo que eres, deja de esperar recetas mágicas que te resuelvan todo sin hacer el mínimo esfuerzo.
La vida es un camino lleno de aprendizajes, venimos a aprender, a superarnos, a desarrollarnos, a equivocarnos, a transmitir a otros lo que vamos aprendiendo, a demostrarnos lo que valemos y sentir pasión por lo que hacemos, porque si no es así, nos convertimos en un robot, en donde nos programan y todo aquello que no esté en el programa nos perderemos de hacer y moriremos haciendo lo mismo hasta que nos reemplacen por otro, que dará igual si es mejor o peor.
Tú eliges, ¿vivir como un robot o por lo que ERES, un magnífico SER humano?, si has elegido la segunda opción, descubre y vive tus VALORES YA!!!.
Autor por German Antelo Solozábal
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