Revista Sociedad

No privatices mis derechos

Publicado el 05 agosto 2015 por Bloggermam

privatizar_derechosLa privatización de la gestión de infraestructuras públicas es una estafa al contribuyente. Es un mecanismo de aprovechamiento y parasitismo sobre los impuestos de los ciudadanos en beneficio de los amigos de quienes son votados en las elecciones. De hecho cuando votas, estás decidiendo qué empresas son las que se harán con el control de los servicios públicos. De modo que las instituciones (Estado, Autonomía, Diputación, Municipio, el que sea) presupuestan obras públicas caras como autopistas, depuradoras de aguas u hospitales, obras que se construyen con dinero público y que una vez finalizadas se entregan a la empresa de algún amigo para que éste se forre obteniendo beneficios de una infraestructura que no ha pagado. Así durante años, hasta que cambie el amigo que gobierna en al institución propietaria y se lo de a otro amigo, o bien, el paso del tiempo haya deteriorado la infraestructura afectando a su rendimiento; situación en la que el adjudicatario pide que se la arreglen por la patilla o desiste en la gestión y se aparta a la espera de que haga una nueva con el dinero de los impuestos.

El argumento que se utiliza para entregar la infraestructura a una empresa privada es que algo gestionado por la administración pública no es rentable. Un momento, ¿si no es rentable por qué se lo quiere quedar una empresa privada? Si una empresa privada puede gestionar un bien público obteniendo beneficios que se quedan sus propietarios, sería mucho mejor que se la quedara la entidad pública y esos beneficios revertieran en las arcas públicas. Vale, si la empresa es pública los salarios de los trabajadores son mayores, pero bueno, también son menores los salarios de los directivos. En cualquier caso revertiría de forma positiva en la sociedad; bien haciendo que los beneficios se pudieran reinvertir en bien de los ciudadanos; o simplemente porque tendrías un grupo de trabajadores públicos satisfechos con lo que ganan, en lugar de tener menos gente cobrando salarios bajos, encabronados en una empresa privada, y atiborrándose de medicinas para no tener que pensar que no llegan a fin de mes con la basura que cobran, mientras el gerente se ha comprado un cochazo nuevo.

La defensa que se hace de las privatizaciones se basa en que hay que ganar dinero, que cualquier servicio es susceptible de ser rentabilizado (craso error). Hay temas con los que no se debe comercializar: la educación, la sanidad, las pensiones, la hacienda pública o el ejército. Unas porque son esenciales para el bienestar y el futuro de los ciudadanos y otras porque su privatización supondrían el final del estado.

Es el mismo planteamiento del nuevo presidente que tuve en una empresa, que se enfadaba porque no todos los proyectos de investigación reportaban beneficios, bisoño patán, pretender que todas las investigaciones sean económicamente rentables. Cualquiera que haya estado mínimamente relacionado con el trabajo de investigación, en cualquier rama del conocimiento, sabe que conseguir llevar a buen puerto una teoría es ya un logro poco habitual, y que además aunque una investigación consiga llegar a algo tangible, puede que ese resultado no sea aplicable a la sociedad e incluso que aunque sea aplicable puede que se concrete en un desastre comercial. Evidentemente, no consiguió que todos los proyectos de investigación consiguieran beneficios por mucho que usara el látigo con los ingenieros, que huyeron hacia otras empresas en las que se les trataba mejor (qué tiempos aquellos en los que un ingeniero podía elegir empresa y encima le pagaban decentemente por su trabajo).

Todo este camino de privatización del estado lleva hacia una dictadura de los poderes financieros que al final son los propietarios de las empresas que terminan comprando sobornando negociando con los representantes políticos. En este país de chufla que imitamos sólo la parte mala de otros sitios -los impuestos de Alemania, la educación de Estados Unidos, las privatizaciones de Bahamas-, negándonos a copiar la educación de Finlandia, la decencia política de Islandia, la fiscalidad británica de los autónomos. Llegaremos al punto en el que igual que en Estados Unidos tendrás que pagar de tu bolsillo la sanidad (sólo para millonarios), la educación (sólo para millonarios), las pensiones (los millonarios no las necesitan y los pobres no viven tanto) y nos seguirán quitando de la nómina IRPF y seguridad social para pagar la educación, las pensiones y la sanidad que nos robaron y a la que dejamos de tener derecho porque nos la privatizaron.

keagustitomekedao


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