Revista Coaching

No propicie la agresividad

Por Vivaconproposito

Padres y maestros hablan constantemente sobre lo difíciles, agresivos, irrespetuosos y rebeldes que son los niños. El irrespeto y la rebeldía son formas pasivas de agresividad, pero las hay activas como la expresión física representada por golpes, arañazos, empujones, etc. y también verbal como gritos, insultos, etc.).

¿Pero qué es la agresividad? Bandura (1973) dice que “socialmente es una conducta perjudicial y destructiva” y es importante tomar en cuenta que esta conducta perjudicial, debe ser consciente e ir dirigida hacia un individuo, grupo u objeto.

De esta forma cuando hablamos de niños pequeños, menores de cinco años que son agresivos; debemos preguntarnos primero si ellos son conscientes que están cometiendo algún tipo de agresión, o si es el resultado de lo que ven actuando por imitación. Los niños pequeños imitan a los adultos, sean estos padres, hermanos o abuelos. Ellos aprenden a expresarse a través de lo que viven diariamente con estas personas y que les es significativo.

Si de pequeño se vive en un ambiente agresivo, es esperable que cuando sean niños más grandes y adolescentes, la forma de expresar el enojo y la frustración sea con agresividad, y ahora sí, de forma consciente. A no ser que la agresividad esté asociada a algún tipo de disfunción o una lesión cerebral; el ambiente sociocultural en el cual se desenvuelve el niño puede ser reforzador de la conducta agresiva.

Algunas veces los padres tratamos de forma agresiva a los niños y reforzamos estas conductas sin siquiera darnos cuenta; lo hacemos por costumbre o porque así se nos trataba cuando éramos niños. De tal forma que vamos moldeando estas conductas agresivas; el niño va aprendiendo sobre la utilidad que tienen en otros ámbitos en los que se desarrollan como en la escuela, con los amigos, etc.; de forma que va poniendo a prueba su conducta para identificar los resultados de su forma de actuar.

¿Qué situaciones dentro de la familia podrían incentivar la agresividad en los niños?:

  • Padres que dan demasiadas libertades a sus hijos, que no los contienen, ni ponen ningún tipo de límite o muestra de interés. Esto promueve actitudes agresivas en demanda de falta de atención o por la necesidad de algo que les defina su comportamiento y campo de acción.
  • Los padres hostiles y poco afectuosos, que desaprueban al niño e incluso utilizan el castigo físico o verbal como son los insultos.
  • La incongruencia en el comportamiento de los padres, que desalientan el castigo físico, pero para contenerlo lo utilizan.
  • La inconsistencia en los padres, quienes algunas veces utilizan el castigo físico o de otro tipo ante conductas inadecuadas de los niños y otras veces los ignoran, no marcando una pauta clara para el niño. De forma que hay una incoherencia entre lo que debe y no debe hacer.
  • Las relaciones deterioradas entre los padres y que lastimadas y expresadas frente a los niños.
  • Las reprimendas poco razonables también lo son. Un excesivo castigo en un momento no necesario, puede provocar resentimiento en el niño y traer conductas no adecuadas después.
  • Un ambiente agresivo puede provocar modelos negativos. Un barrio por ejemplo donde hay mucha agresividad, hace en casos que el niño aprenda que la agresividad es una forma de sobrevivencia o de lograr sobresalir frente a los demás.

Hay variedad de técnicas que se pueden utilizar para moldear una actitud y una conducta positiva en los niños. Esto los iremos aprendiendo en siguientes entregas. Pero veamos algunas cosas que los adultos debemos tomar en cuenta:

  1. Debemos estar claros que a no ser por alguna lesión o causa física, la mayoría de comportamientos agresivos en los menores se deben al ejemplo y trato que reciben. De forma que no hay que decir “estos niños de hoy en día sí que son agresivos”; ¿no será más bien que estos niños de hoy en día viven en una sociedad y familia con modelos más ofensivos?
  2. Hay que fortalecer conductas adecuadas. Pero para esto, debemos analizar los comportamientos que como padres y adultos practicamos, debido a que somos el modelo más importante para nuestros jóvenes.
  3. Ayudemos a los niños y jóvenes a desarrollar habilidades cognitivas que les permitan controlar su conducta y no reaccionar impulsivamente ante las diferentes situaciones.
  4. Recompensemos y estimulemos todo acto positivo alcanzado por el niño. Algunas veces damos demasiada importancia a los aspectos negativos y no alentamos y estimulamos las conductas positivas y los logros de nuestros hijos.

Este es un tema amplio y muy importante; pero para terminar esta entrega, cuando se le presente alguna situación conflictiva con cualquier persona, amigos, familia, pareja, hijos; practique la calma, cuide sus gestos, su postura, el tono de la voz, etc. No refuerce las pataletas y los berrinches. Ofrezca instrucciones claras, y razones justas; para no crear una ambivalencia en el comportamiento suyo y del niño.

“Sea un modelo positivo para todas aquellas personas que son parte de su vida”.

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