Una de las violaciones de la democracia mas frecuente en la actual política es la traición constante de los representantes a sus representados. Los políticos electos se consideran dueños de un cheque en blanco para decidir lo que crean conveniente, sin tener en cuenta lo que quiere la mayoría que los eligió. Ese comportamiento de los políticos, contrario al espíritu de la democracia, además de abrir de par en par las puertas a la corrupción, permite incumplir las promesas hechas al electorado y anteponer los intereses del partido y los propios al interés general.
Solucionar esa carencia es sencillo porque bastaría con que el voto deje de considerarse un "cheque en blanco" que el representado entrega al representante hasta las siguientes elecciones y admitir que el votante puede cambiar a quien le representa cuando quiera, del mismo modo que en la vida real se cambia de médico, fontanero o abogado, cuando no se está satisfecho con ellos.
La "revocabilidad permanente" es una de las mas viejas aspiraciones de los que defendemos la democracia auténtica y rechazamos la democracia degradada y manipulada que han impuesto los políticos porque les conviene a ellos y les permite gobernar sin trabas. Esa revocabilidad de los cargos es un mecanismo vital de control democrático de los cargos electos, sin el cual la democracia adquiere tintes de dictadura camuflada.
Podemos puede convertirse en el primer partido político español que instaure la "revocabilidad permanente" de sus dirigentes y cargos como norma de funcionamiento, lo que constituiría un enorme avance en democracia. Ninguno de los actuales partidos, enfermos de "verticalismo" y organizados en torno a la sumisión al líder, podría soportar en su funcionamiento interno una norma tan democrática y depuradora como la "revocabilidad permanente". Para esas organizaciones viejas, mas cohesionadas por el reparto de poder y privilegios que por las ideas y sentido del servicio, admitir la revocabilidad sería un suicidio, a pesar de que nada hay tan democrático y decente como cambiar y sustituir al que decepciona a sus votantes o comete errores graves.
La revocabilidad está siendo discutida en los círculos y asambleas de Podemos, un partido que ya aprobó la revocabilidad permanente como norma de conducta interna, pero que ahora discute como hay que aplicarla. Para la cúpula dirigente del partido, es necesario dar un margen a los cargos, de dos o tres años, para que demuestren su capacidad y acierto, mientras que la mayoría de las bases exigen que sea aplicada sin paliativos ni restricciones, pudiéndose deponer a todo aquel que no satisfaga a los que lo han elegido.
Limitar esa revocabilidad permanente y ejemplar, es decir el derecho que está recogida en el apartado 5.6 del programa aprobado y publicado de Podemos, significaría un paso atrás y un acercamiento al estilo y comportamiento de viejos partidos fracasados, como IU, PSOE o PP.
Sólo hay una manera digna y decente de entender y aplicar la "revocabilidad permanente" en un partido y esa consiste en que el votante pueda, en todo momento, retirar el voto al representante a quien se lo dio y dárselo a otro o a nadie.
Las bases de Podemos repiten que ese partido "es democracia horizontal o no es nada" porque España no necesita nuevos salvadores ni una nueva casta que sustituya a la antigua. Muchos de sus activistas mas influyentes dicen que Podemos solo tiene sentido si es un partido distinto a los demás, que España no necesita una nueva casta para suplantar a la vieja, ni otro partido de caciques y cheques en blanco, sino una verdadera democracia con democracia participativa y auténticos ciudadanos.
Y reiteran que para construir una nueva España sin caciques ni amos, los representantes deben surgir del pueblo y regresar al él, ser rotatorios y revocables porque solo eso hará posible que sirvan a la gente y no al revés, como ocurre hoy en la política.