Algo falla, algo estamos haciendo mal o alguien nos ha explicado mal las reglas de cómo funciona este juego.
Tenemos a políticos supuestamente corruptos que son declarados no culpables por delitos menores, pero no se les juzga por el despilfarro y la mala gestión de los recursos públicos.
Tenemos jueces estrella en el banquillo de los acusados por investigar delitos del franquismo y que resultan inculpados en delitos de cohecho por recibir mucho dinero del banquero al que luego le perdonó una causa pendiente con la justicia. Pero es que además tenemos a la prensa de cada bando mostrando su descontento con la justicia por las últimas decisiones tomadas por los jueces y jurados populares.
No, en serio. Está fatalla cosa. Unjuez condena a 15 años de cárcel al asesino de una chica, y la sociedad lo considera una pena insuficiente por un asesinato, mientras esa misma sociedad pide que se les rebaje la pena a los terroristas que mataron a docenas de personas.
Luego un jurado dice que Camps es no culpable (que ya tiene cojones que se deje escapar a un no culpable, que no es lo mismo que un inocente) y la prensa que se queda sin argumentos legales recurre a las faltas de ortografía del veredicto del jurado para desacreditarlo. La misma prensa que según sean los veredictos afines a su causa se critican o se alaban a los jueces.
Medios que critican las futuras políticas de empleo como si las actuales funcionasen. Políticos que sacan pecho de unos números rojos que a cualquier otro le pondría la cara roja de vergüenza. Votantes que siguen fieles a los que nos han llevado de cabeza al agujero.
Partidos políticos minoritarios que comparten manual de trabajo basado en la demagogia y el “y tú más”. Lo de Izquierda Unida que no paga sus impuestos es de órdago, pero no menos lo de UPyD que sufre lapsus de memoria al criticar las cosas que ya apoyaron ellos en anteriores legislaturas.
Gigantes de la industria que dominan a la prensa para que no se publique ninguna resolución judicial que les condene por sus prácticas abusivas con sus trabajadores (de verdad piensan que son suyos, como objetos materiales). Periodistas inquisidores que señalan con el dedo los defectos ajenos pero que se callan como puertas cuando es su empresa la que abusa de sus propios compañeros.
¿No queda una cabeza buena en este país?