¿Te ha pasado que llega el momento en el que, más allá de la clara costumbre que se puede llegar a presentar, te encuentras con una persona por muchas razones, pero sobre todo, porque no puedes dejarla ir? Es como si existiera un lazo invisible que los une, o más bien, que te une A TI a tu pareja.
¿Quién creó ese lazo? ¿Qué hace ahí? Y lo más importante: ¿cómo lo corto? Si nos ponemos a hacer un poco de introspección a consciencia, puede ser que lleguemos a saber por qué nos aferramos a una persona (y cualquiera de las razones que podamos dar son muy válidas, a pesar de no ser del todo lógicas o racionales). Eso sí, debemos estar muy conscientes que nadie nos puede obligar a estar con esta persona, ya que es una decisión de voluntad propia; decisión de la que tenemos que hacernos responsable con las consecuencias que conlleva.
¿Por qué nos aferramos? Porque queremos. Es nuestra voluntad y decisión; no hay más. Incluye una lista de pretextos interminables, razones y argumentos; sigue siendo porque queremos aferrarnos. "El que quiere, puede", y es por eso que logramos encontrarle los tres pies al gato: infinidad de razones para estar con una persona con la que no exista una buena relación; o mejor dicho, sea una relación que está enferma.
¿A qué nos aferramos? A lo que podemos. Parece que no es importante, pero esta pregunta requiere de un buen análisis, de forma que podamos saber si nos estamos aferrando a una persona, a una relación, a la idea de una persona o a la idealización de una relación, entre otras cosas
¿Hasta dónde debemos aferrarnos? No confundamos luchar con aferrar. ¿Cuál es la diferencia? Una lucha implica que ambas partes están de acuerdo en trabajar por tener una mejor relación, en superar las adversidades y poner de su parte, un 50% de cada uno que da una totalidad de 100%. Es una responsabilidad compartida, donde las aportaciones que tu hagas serán bien recibidas por tu pareja, así como recíprocas. En cambio, aferrarse es agarrarse con fuerza, insistencia y convicción a una idea, opinión, posición, y en este caso, a una persona. En la mayoría de las veces no es recíproco, es cansado y sumamente desgastante. Es como si te amarraras o ligaras a una persona, tanto física como emocionalmente; si no lo haces en contra de su voluntad, al menos tu pareja no colaborará ni hará que el "enganche" sea más fácil; al contrario, será como una "carga" que tendrás que "arrastrar" contigo a donde quiera que vayas.
Luchar por una relación está bien, pero ¿hasta dónde luchar? Hasta el momento en que deje de ser recíproco y una responsabilidad compartida. Cuando esto se termina, te darás cuenta que uno de los dos está comenzando a aferrarse, y lo más sano para los dos en ese momento, probablemente sea una separación.
¿Cómo dejamos de aferrarnos? Cuando queramos. Sé que no es la respuesta que esperabas, pero es la única que puedo darte. Como siempre he dicho, existen infinidad de artículos circulando por la red, que brindan apoyo, tips y consejos para lograr un objetivo. Sin embargo; todo comienza con una decisión. Si no estamos decididos a hacerlo, nada de lo que nos digan tendrá sentido. Recuerda, "querer es poder", y si tú quieres, vas a poder lograrlo, encontrando la forma más adecuada para llevar a cabo tus decisiones.
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