No quiero ser un pulpo de Francesca Chessa. OQO Editora, 2012. Cartoné, 25x23 cm., 28 pp., 12,90€.
Por José R. Cortés Criado.
Acéptate como eres y serás feliz. Esta es la enseñanza que se desprende de esta historia.
El pulpo no se acepta como es, él desea las cualidades que ve en otros seres marinos: quiere cambiar de color, tener la nariz afilada…, y lo que no quiere es tener ocho brazos.
Así anda el pobre protagonista sin atender a las palabras de sus compañeros que intentan hacerle ver que todos tenemos algo que nos diferencia de los demás y que tiene su valor. Así le dicen que gracias a sus patas puede esconderse tras las rocas o dar abrazos. Menos mal que un día nuestro protagonista pudo demostrar su valía, fue cuando atacó un tiburón; gracias a la tinta expulsada por el pulpo todos se ocultaron a la vista del depredador y el pulpo se sintió feliz y contento de tener algo distinto que les distingue de los demás y le hace sentirse importante. La autora del texto y de las ilustraciones dice que lo que ha reflejado es el consejo que le dio su madre de pequeña y que su pretensión es buscan crear personajes que conviertan en un don sus peculiaridades físicas y que cada uno debemos intentar sacer el máximo partido de lo que realmente somos. Las ilustraciones son muy coloristas, predominando el azul del mar en una gama de colores cálidos donde también destacan el rosa y el amarillo. Las imágenes son desenfadadas, llenas de vitalidad y gracia que favorecen una lectura de las mismas independientemente del texto.