Me producen cierto escepticismo, cuanto menos una cierta lucha interna, las medidas, acciones o campañas que pretenden arreglar los problemas del mundo apretando todos juntos un botoncito tal día a tal hora.
A veces me pongo cenizo, más que nada por ir a la contra, por no oxidarme. Por un lado entiendo que es una acción común que lanza una especie de mensaje ilusionado de que todos juntos estamos en el mismo camino. Pero por otro lado mi par escéptico me dice que tanta gente tan diferente, incluidas grandes multinacionales, apretando un botón no puede tener un resultado positivo en el sentido de arreglar graves problemas mundiales.
Mi par escéptico me lleva a ver sobre todo y principalmente una campaña de imagen grandiosa para las multinacionales y medios que lo impulsan, lo cual les hace aparecer amables a ojos de la generalidad, que no me parece mal, pero me pregunto ¿ en qué exactamente modifican hábitos?, o ¿qué otras cosas podrían hacer para avanzar en la solución?, por ejemplo esas familias participantes ¿dejarán de usar aire acondicionado?
La idea de resolver problemas con solo decir (a) o (b), o pulsar una tecla sin esfuerzo, sin mancharse, sin pelear con nadie me produce grandes picores, porque si fuera tan fácil todo, como es que nada está resuelto después de miles de años. Como puede ser que sigamos sin trabajo para la población española, o con gravísimos problemas de agua en África que suponen cientos de miles de muertos, o que los abanicos salariales están sobre-abiertos como nunca en la historia lo estuvieron (podemos haber pasado de 1 a 5 en 30 años, a 1 por 5.000), etc. etc.
Difundir entre la sociedad prácticas tan sencillas de expresar posturas políticas, sociales o ideológicas, no estoy seguro que sea positivo, tiene mucho que ver con los tiempos en los que vivimos y las nuevas tecnologías de redes sociales, mensajes cortos, lecturas de 3 o 4 palabras, una convocatoria y ¡zas! Milagro, hemos conseguido la libertad, la revolución. No sé, pero mi par escéptico desconfía profundamente de estas cosas, ni lo de Túnez fue así, ni en Libia está dando ese resultado. Los mensajes sirven cuando detrás hay otras fuerzas en movimiento.
El caso es que sin esfuerzo, solo por apretar un botón, conseguimos ponernos de acuerdo millones de personas en un objetivo durante unos cuantos minutos, tal día a tal hora. Ahora, ya hemos hecho nuestra buena acción (ni siquiera es una caridad que haya resuelto un problema particular). Y el resto de horas, de días, de años, seguimos consumiendo lo mismo, derrochando la misma energía con nuestra vida de nuevos ricos de aire acondicionado, grandes coches 4x4, urbanizaciones apartadas de núcleos de población, iluminación de carreteras y edificios especiales, derroche de agua…
El peligro de estas acciones, que proliferan por la red, es que estemos enseñando a nuestros hijos y nietos que los problemas se resuelven de esa manera y no de otra.