"Te miro a los ojos y se que ha pasado el momento..."
Esta mañana desperté temprano, tus manos me abrazaban a ti y te veías en calma. Me quedé observándote, detallando cada rasgo de tu rostro, la forma de tus cejas, tus pestañas largas, el puente de tu nariz; tus labios, delgados, suaves, hábiles... Te acaricié con cariño, abriste los ojos y al verme, sonreíste. Quisiste llevarme más cerca de ti y entonces, el despertador sonó. Enseguida me levanté y caminé en dirección a la cocina, tu pasaste a la ducha y la rutina se apoderó del día.
Preparé el café y tomé una taza, un rato después; saliste de la habitación vestido con el traje gris que usas cuando tienes reuniones importantes, te ayudé con la corbata, quisiste besarme y yo corté el impulso; bajaste la mirada y fuiste por tu café. Te lo bebiste a prisa y en silencio, saliste sin despedirte.
Lo sabes, sé que lo sabes y eso te hiere. A mi también me hace daño. He querido disimularlo, evitar que notes que soy otra, que estoy lejos a pesar de dormir tan cerca. He cambiado y no porque yo lo quisiera de este modo, te juro que he tratado por todos los medios, de no caer precipitada en este abismo taciturno en el que ahora habito.
Te quiero y eso no cambiará, pero no puedo continuar. Ya no basta el amor, si es poco o en exceso, si es mutuo o si nunca fue así. El amor ya no me hace sentir igual que ayer y en esta lucha por no llegar hasta este punto, no me decido a irme, no sé como decirte adiós. No es justo para ti que me vaya sin darte una razón, una que no tengo, irme sin intentarlo una vez más... De un día para otro, tus ojos dejaron de llenarme el corazón, tus caricias ya no huelen a ti, tus besos no me saben a deseo y no encuentro un motivo para seguir. No sé que hicimos mal, si me has dado tanto mas de lo que pudiera pedir y te devolví tan poco... No lo mereces y menos me siento capaz de poder curarme el corazón, de volver a amarte con ese desenfreno de hace unos años, de esos días en los que soñábamos con un amor infinito, un amor que no sabe hablarme en el presente de eternidades, porque sencillamente, no hay nada eterno.
Podrías ayudarme, decirme si alguna vez has sentido esto, este tedio de vivir por vivir, de estar juntos por comodidad, por economía... negando que este modo de acompañarnos es un suicidio lento y agónico. Si me voy, lo hago por mi y también por ti. No hay nadie mas, no espero a nadie mas, tu eras mi alguien, mi para siempre; contigo se queda el corazón, nada cambiará, yo iré a los mismos lugares y estaré con las mismas personas; lo único distinto, es que dejaré de vivir con esta bomba de tiempo llamada silencio...
Regresas muy tarde, te espero...
" Te miro a los ojos y se que ha llegado el momento... y tiemblo"
Isa Quintín
&version;
¡Gracias por leer!