Yosmary Delgado.
Una de las condiciones que posibilita el desarrollo del capitalismo es la explotación y en consecuencia la alienación de los pueblos. Es decir, para mantener un régimen en que las mayorías productoras de riquezas se sometan en su condición de asalariada al dominio de sus expropiadores burgueses, es necesario que antes sean sometidos y en palabras de Ludovico Silva sean ‘consumidores y reproductores de la cultura que encubra las relaciones sociales’.
Es por ello que la burguesía vino al mundo salpicando barro y sangre pero su discurso fue “la lucha por la libertad, la fraternidad y la democracia”. Hoy la derecha venezolana se juega la misma fórmula, con sus grandes medios se colocan como salvadores económicos, prometen mantener las misiones, el abastecimiento de alimento. Asimismo, se preocupan por la delincuencia que no combaten y hacen silencio ante la corrupción que les vincula naturalmente.
El pueblo venezolano que vivió la cuarta república sabe que detrás de las “audaces” soluciones de la Mesa de la Ultra Derecha a los problemas del país, se esconde un programa de privatizaciones, exclusión y fascismo, esta es la verdadera cara de la derecha.
El régimen internacional del capital, le teme al movimiento del pueblo trabajador, ese miedo le quedó impregnado en los huesos de sus burguesías desde la comuna de París; prefieren dictaduras militares, incluso la guerra y la devastación antes que la dominación política y cultural de los trabajadores; por eso cuestionan a la revolución bolivariana, no perdonan que haya sido el gobierno que ha levantado y dotado de programa emancipador a las masas anteriormente explotadas y excluidas.
El pueblo no debe confiar en alianzas con las burguesías locales, estas por el desarrollo mundial del capitalismo han perdido independencia frente al imperialismo. Las única acciones conocidas en la praxis para detener al fascismo la pusieron en práctica los vietnamitas, los soviéticos, y los cubanos tras intentos e invasiones imperialistas, y es el fortalecimiento del poder popular.
El pueblo no debe dudar del poder de su organización, de su capacidad para gobernar y aprender gobernando; debe planificar cada vez más decidiendo su destino y asumiendo sus propias decisiones, y no conformarse por pequeñas transferencias de recursos, debemos optar por el socialismo, por su democracia participativa, por las comunas y los consejos de trabajadores. Es el momento de comenzar a blindar el poder popular o la derecha pasará.
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