Revista Opinión

No sé escribir como un poeta moderno

Publicado el 12 marzo 2019 por Carlosgu82

Como me dijiste que te gustaba el cine, el fin de semana me sumergí en películas. Eso me sirvió para hablar con Ingrid sobre Mother!, de Aronofksky. Tiré del hilo de su lengua, y encontré The game, de David Fincher.

Como necesitaba destensar la espera, estuve leyendo poesía. Y descubrí a Lorenzo Oliván, magnífico, puse su nombre en un WhatsApp dirigido a Miguel. Mi excompañero, -gay, pintor, ávido lector de poesía- me devolvió un soplo: Berta García Faet.

Poniendo a Lorenzo y a Berta una al lado del otro me doy cuenta de que mis palabras no son las de mi generación, que hablo con la lengua de mis padres, que me encuentro demasiado pesada y demasiado rotunda entre los míos. Los versos ahora son más ligeros, y están llenos de e   s   p   a   c   i   o   s, aliteraciones, repeticiones, devaneos formales, coños-joder-follar. ¿Y si pudiera comprender a Berta…?

Declaro

Este es mi primer intento de escribir más como tus hijos y menos como mis padres.

Pienso

¿No es fascinante que haya hecho todo esto solo con un ordenador?

Y en paralelo –como esta frase- ¿no es muy* de mis padres que me siga sorprendiendo

lo que puede hacer una computadora?

Pretendo

Partir y explorar el mundo, recoger lo mejor que encuentre en cada lugar (como aquellos príncipes –del cuento que me contaba… mi padre- que partieron a lugares remotos en busca de una cura mágica para la gravísima enfermedad de una princesa), mezclar luego mis hallazgos con lo que yo soy y condensarlo todo en palabras para regalártelo. Esencia de vida. Mundo destilado. Debería traducirlo a un idioma del este -¿ya murió el francés?- y ponerle un nombre.

Y agradezco

Tener conocidos con unos nombres tan sonoros: Ingrid. Miguel.

*Nótese que el muy se introduce en el enunciado como el pelo a los abrigos, la plataforma a las zapatillas, la campana a los pantalones, el trap al flamenco.


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