Hace un par de años, estaba en una finca con mi novia y unos amigos. No recuerdo qué película era la que íbamos a ver pero yo me demoré un rato largo en el menú del DVD porque quería buscar la opción de idioma original. Luego comenzamos otra película y Jorge, uno de los visitantes, también intentó buscar en el menú algunos ajustes de idioma. Fue entonces cuando su esposa no pudo soportar más y le espetó: “¿vos también vas a seguir con las bobadas de Samuel”.
Parece que para muchas personas no es importante ver las películas en el idioma en que fueron hechas. Como si exigir escuchar a los actores que realmente hicieron los papeles, con su entonación y sus expresiones, parte esencial de su trabajo artístico, fuera una manía de cinéfilos trasnochados. Son los mismos que ven con tranquilidad las versiones dobladas que presentan en Premier Caracol y que prefieren TNT a MGM porque les da pereza leer. Respetable como gusto, terrible como norma.
Y lo peor es que esta tendencia malsana se está imponiendo entre nosotros. Cuando lanzaron la primera Toy Story, había más o menos la misma cantidad de salas con las voces de Tom Hanks y Tim Allen que aquellas que tenían a un Woody y a un Buzz mexicanos (supuestamente de acento neutro, pero ¿a quién quieren engañar?). El año pasado, cuando salió la tercera parte, sólo había una sala en Medellín donde se pudiera ver la historia de los juguetes parlantes con subtítulos.
Digamos que con las películas animadas no hay tanto problema. Finalmente en ellas, los actores que ponen las voces hicieron básicamente el mismo trabajo que los intérpretes de doblaje. Y aunque con las técnicas de animación actuales el lip-sync (la sincronización que hay entre los movimientos de los personajes cuando hablan y lo que dicen) es perfecto en inglés, como lo que uno ve en pantalla son seres irreales, nadie siente que TENGAN que hablar de determinada manera (me gusta mucho más la antigua voz de Homero Simpson en español que la de su borrachina y ronca personalidad en inglés) o que esa sea su única entonación posible.
Pero cuando hablamos de unos actores reales, que para filmar lo que vemos estuvieron en un set bajo las órdenes de un director que les dio instrucciones sobre cómo quería la escena, cuyos movimientos influyeron en la manera en que decían su parlamento, que trabajan su voz (como Sean Penn, como Meryl Streep o Philip Seymour Hoffman) para diferenciar a su personaje de otros que han hecho en su carrera, el doblaje es casi un insulto. ¿Quién puede gritar como Kiefer Sutherland haciendo de Jack Bauer en 24? Cuando pasan esas versiones dobladas de Dexter por ahí, cambio de canal desesperadamente, antes de escuchar a alguien que no sea Michael C. Hall decir “Esta noche es la noche”.
Por eso es que me siento indignado con lo que está pasando con Thor en esta ciudad, y no sé si en otras ciudades o países latinoamericanos esté ocurriendo lo mismo. Un amigo tuvo que salirse de la sala, porque le prometieron una función con subtítulos desde el anuncio en el periódico y al sentarse se encontró viendo a Odín, el mandamás de Asgard, encarnado por Sir Anthony Hopkins, con una voz que había oído en algún programa de Discovery. ¡Por Dios (o por Odin)! ¿Se supone que el actor de doblaje iba a imitar el sutil acento británico de Hopkins? El director de esta película es Kenneth Branagh, que algo sabe de dramaturgia… ¿y vamos a perdernos todo lo que hizo para que Chris Hemsworth encarnara a un dios creíble y fuera el Thor superhéroe que conocemos, porque a alguien le da pereza leer? Si ese es el argumento, ¿les parece bien que estemos educando a nuestros niños para que no lean, ni siquiera en la sala de cine? Para no hablar del trauma que nos genera a algunos no poder escuchar la voz de Natalie Portman, que es muy distinta a la de Natalia París, a quien doblar al inglés no sería un insulto sino una caridad.
Yo me niego a ver Thor así. Aunque tenga que esperar al DVD para poder saciar mi ansia de súper héroes. Puede que en Colombia no tengamos que soportar las abominaciones que ven en España (donde Mel Gibson dice “coño” en vez de “fuck” cuando maldice en Arma mortal) pero yo no quiero que en el paraíso anglosajón hablen con acento argentino, o rolo, o neutro. Quiero que Asgard siga siendo sagrado. Y el arte cinematográfico, como lo conciben sus creadores, también.
No se habla español en Asgard originalmente publicado en www.ochoymedio.info/blog en May 8, 2011.