Estupendo melodrama que supuso el debut de Stanley Kramer como director. Y lo hace analizando una profesión muy cinematográfica, pero que pocas veces se ha tratado con tanto realismo: la medicina. El personaje de Lucas Marsh, interpretado con solvencia por Robert Mitchum, es un tipo muy complejo: apasionado estudiante de medicina, hijo de padre alcohólico y pobre de solemnidad que decide casarse con una enfermera que está enamorado de él con tal de pagarse las cuotas de la Facultad. Así, la película muestra en paralelo los comienzos de la carrera como doctor de Marsh y la difícil relación con su esposa, que abandona su profesión de enfermera ilusionada con la idea de formar una familia, algo en lo que no parece estar muy interesado su esposo. Marsh es apasionado, inteligente, pero a la vez rudo e impulsivo, lo que le hace tomar de vez en cuando decisiones equivocadas fundamentadas en su enorme y frágil vanidad. Un carácter tan volcánico solo puede ser aplacado por la bondad de carácter de su mujer y de su mejor amigo, otro médico recién licenciado interpretado por un secundario de lujo, Frank Sinatra. La profesión médica es tratada con gran respeto y realismo y algunas de las escenas de quirófano que se muestran quizá causaron sensación en la época en la que fue estrenada la película.