No le lleves flores a aquella cuya voz siempre trataste de callar.
No compres un regalo para tratar de tapar tus maltratos.
No la obligues a maquillarse para tapar los golpes que le propinaste.
Otros han pensado como tú a lo largo de la historia humana,
Trataron de borrarnos de un plumazo a nosotras de la historia,
Se encargaron de minimizar los logros de nuestras hermanas.
Y se sintieron omnipotentes al llevar flores a un frío cementerio,
Pensando que allí, en la cuna del el silencio eterno, nadie ya podría juzgarlos.
Sonríen burlones, imaginándose que ganaron por siempre esta batalla.
Pero por cada voz que acallan, brota otra nueva con más fuerza.
Trataron esos cobardes de enterrar nuestros corazones bajo tierra,
Pero ellos no sabían que cada una de nosotras es una fértil semilla,
La vida siempre encuentra la manera de resurgir a pesar de la violencia.
Ni siquiera un arma cargada con odio puede lograr silenciar del todo al río vital.
Ningún corazón cargado de violencia prosperará contra la unión de corazones.
Desde los cielos un plateado manto cubre aquellas que luchan por un ideal.
No hay motivo para temer a cualquier tormenta que intente romper el sueño.
Al final, la luz siempre encuentra una forma de magnificarse poco a poco.
La oscuridad podrá ganar algunas partidas, pero jamás el juego entero.
No le lleves flores a aquella cuya voz siempre trataste de callar.
No compres un regalo para tratar de tapar tus maltratos.
No la obligues a maquillarse para tapar los golpes que le propinaste.
Al final de todo, tu odio no te vuelve en más que un cobarde.
Escondes tus inseguridades detrás de palabras plagadas de odio.
¿Acaso eres tan necio que no te diste cuenta desde hace tiempo ya?
Por cada voz que intentas acallar, cien más se unen en sororidad…
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