Sin duda alguna el alza de precios de la energía ha sido el detonante más visible del alza de la inflación, pero esta se nutre al menos de dos elementos más:
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El tsunami post energía, con la repercusión del alza de costes de la energía en otros componentes de la cadena de valor en la mayoría de sectores. Y el componente principal son los salarios. Pero también, por ejemplo, los costes agrícolas: gasoleo o fertilizantes.
Los desajustes en el mercado laboral, donde hay una agobiante escasez de determinados puestos. Uno de ellos, que incide directamente en los costes logísticos, es la escasez de chóferes de camiones. Pero hay muchos más; por ejemplo, la mano de obra agrícola.
Todo ello explica en parte, por ejemplo, la subida de precios de los alimentos. Y habría que ver cómo están actuando los márgenes de la industria alimentaria y la distribución, que en el mejor de los casos los han mantenido en porcentaje, pero sobre una base de costes superior, lo que implica márgenes superiores en valor absoluto.
No va a ser fácil parar este tsunami inflacionario. Los bancos centrales lo están intentando, pero el precio a pagar será lo dicho: una recesión. Nadie dirá que no está avisado. Pongámonos el paracaidas, y recemos por que sea leve.