Revista En Femenino

No solo es cuestión de voluntad

Por Ana Maria Constain Rueda @amconstain
Por Ana María Constaín
Quedamos embarazados y entramos en este mundo de la maternidad y la paternidad. Queremos hacerlo bien. Lo mejor que se pueda. Leemos Estudiamos Vamos a cursos, conferencias Dominamos teorías Elaboramos planes Estrategias Asumimos posturas que defendemos a capa y espada
Tenemos la mejor voluntad
Queremos ser excelentes padres Los mejores Que nuestros hijos sean felices Buenas personas. (lo que sea que eso signifique)
Llega el momento
Tenemos la mejor voluntad
Seguimos el plan al pie de la letra Hacemos todo lo que hay que hacer
Aún así terminamos haciendo (y siendo) todo eso que no queríamos
Nuestros partos y lactancias se alejan de nuestro imaginario O nos invade la tristeza, una tristeza que no parece tener razón de ser
Somos los padres impacientes Las mamás gritonas (las que a veces hasta dan palmadas) Queremos estar presentes y nos desbordamos en aburrimiento Castigamos Decimos cosas que salen de la boca sin permiso Somos autoritarios tal vez permisivos Maltratamos, nos ausentamos,  sobreprotegemos o abandonamos. (también NOS abandonamos) Creíamos que volveríamos al trabajo con tanta tranquilidad o que soportaríamos estar todo el tiempo en casa Pero todo se sale de control Nada es lo que creíamos
Tenemos la mejor voluntad
Consultamos, preguntamos, queremos hacerlo bien
Nuestros hijos se enferman, se portan mal, gritan, muerden, pegan, O son extremadamente pasivos No rinden en el colegio O no son suficientemente deportistas O artistas, o generosos.. No cumplen nuestras expectativas. (inmensas expectativas muchas veces disfrazadas de amor y conciencia)
Son egoístas, no nos hacen caso Lloran más de lo normal ¡No pueden estar solos! Son caprichosos, demandantes Les gustan las princesas y las armas Y la comida chatarra Son groseros y desconsiderados
Pero tenemos la mejor voluntad
Revisamos nuestros libros, nuestras teorías Vamos paso a paso Nos ponemos metas y planes muy honorables
Estaré más tiempo No les volveré a gritar Satisfaceré todas sus necesidades Seré amoroso Iré a su ritmo Lo llevaré a los mejores especialistas A los mejores colegios (o tal vez lo educaré yo mismo) Haré la tarea bien hecha…
Tenemos la mejor voluntad
Pero los resultados no parecen cambiar. Los consejos no nos sirven de nada Agotamos los expertos de todas las áreas
Justo cuando creemos haber tocado el cielo con las manos Todo parece derrumbarse
Nuestras parejas no son lo que deberían Los parientes no nos dejan en paz Todos opinan
Tenemos la mejor voluntad
Las pautas son confusas y contradictorias Hay estudios que dicen miles de cosas Lo normal tiene mil definiciones
Y nuestros hijos no duermen lo que se supone No comen lo que tienen que comer No cumplen con las tablas No saben lo suficiente. El vecino va más adelantado Los primos son más obedientes Los compañeros más cariñosos Más altos, más flacos, más hábiles, más educados, mas autónomos, más respetuosos, más tranquilos, más sensibles, más conscientes…
Todo desde los ojos de la angustia. De la comparación De los absurdos esquemas de éxito que insistimos en imponernos
Tenemos la mejor voluntad
Pero la voluntad no alcanza Porque la crianza pertenece a mundos internos Inexplorados Somos los padres y las madres que podemos ser Los que somos con todo esto que habita en nosotros.  Lo conozcamos o no.  Lo aceptemos o no. 
La crianza no es una fórmula. Un modelo. Una teoría. No se trata de construir cierto tipo de seres humanos siguiendo algunas instrucciones.
La crianza es más  la conexión con nuestros hijos y con nosotros mismos Es un lugar de encuentro. En el que lo que nosotros somos se conjuga con lo que ellos son. Es un espacio fértil en el que crece lo que somos esencialmente.
O no.
Porque estamos tan ocupados buscando afuera respuestas y tan temerosos de echar un vistazo hacia adentro Nos desconectamos Nos perdemos
Tenemos la mejor voluntad
Pero pretendemos buscar soluciones mágicas en lugares equivocados Queremos controlar lo incontrolable Comprender lo incomprensible (al menos desde la mente racional)
Nuestros hijos nos muestran el camino Nos dicen todo el tiempo lo que necesitan .. y lo que no Nos piden de mil maneras Solo que no podemos escuchar, ni ver, ni sentir
Porque estamos distraídos Nos negamos hacernos cargo de nosotros mismos Preferimos la respuesta fácil La indicación correcta y simple ¿Pero si hemos hecho todo lo mejor? ¿Todo lo que nos dijeron?
Todo menos mirarnos Aceptarnos Adentrarnos a ese mundo interno, caótico, extraño Doloroso y sin sentido En el que tenemos que atravesar monstruos Vernos de frente desnudos Reconocernos Sentirnos Teniendo el valor de asumir la responsabilidad por nuestra vida
Despejando el camino al amor A una intuición anestesiada A una sabiduría dormida Que residen en el interior. Detrás de toda esa maraña que hemos tejido con el tiempo Para protegernos de heridas infantiles Que ya no son
Tenemos la mejor voluntad

Nos hace falta valentía.

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