“El hombre está siempre orientado y ordenado a algo que no es él mismo; ya sea un sentido que ha de cumplir ya sea otro ser humano con el que se encuentra. En una u otra forma, el hecho de ser hombre apunta siempre más allá de uno mismo, y esta trascendencia constituye la esencia de la existencia humana” (Viktor E. Frankl(1)).
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“El sentido reside en el mundo y no primariamente en nosotros mismos (…) Solo en la medida en que el hombre cumple el sentido y realiza valores, se cumple y se realiza a sí mismo: la autorrealización se produce entonces como un efecto (…) no como una finalidad (…) Solo la existencia humana que se trasciende hacia el “mundo donde se encuentra” puede autorrealizarse; pero si pretende realizarse a sí misma, si busca la autorrealización, fracasa inevitablemente” (Viktor E. Frankl[2]).
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“El deseo de una verdad trasciende de sí mismo, se deja
atrás a sí mismo y va a buscar la verdad” (Ortega y
Gasset[3]).
[1] Viktor E. Frankl: “El hombre doliente”, Barcelona, Herder, 1987, p. 11.
[2] Viktor E. Frankl: “El hombre doliente”, Barcelona, Herder, 1987, p. 34.
[3] Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, pág. 392.