No somos Grecia
Publicado el 01 marzo 2012 por Jmbigas
@jmbigas
Andan estos días las calles del país llenas de manifestaciones contrarias a los efectos de las reformas agresivas emprendidas por el Gobierno. En contra de la Reforma Laboral, a favor de una educación pública y de calidad, contra los recortes sanitarios, etc.
Disturbios en las calles de Barcelona
(Autor: @ArrayasMont - Jesús Arrayás)
Todas ellas son perfectamente entendibles, ya que las últimas iniciativas del Gobierno, en aras de cumplir lo que nos exige la Unión Europea en cuanto a contención del déficit, nos afectan a todos. Han subido los impuestos (y lo que nos espera por ver cuando se presenten los Presupuestos Generales del Estado a finales de Marzo), la Reforma Laboral incinera buena parte de los derechos adquiridos del llamado Estado del Bienestar, los recortes, ajustes y tijeretazos afectan a la calidad de la sanidad y de la educación que perciben los ciudadanos, y así con todo. Hay motivos más que suficientes para que la ciudadanía esté revuelta, y se manifieste en contra de esas decisiones tan negativas para la calidad de vida de todos.
Sin embargo, hay algunas manchas en esta realidad. En Barcelona, este miércoles, los antisistema (que constituyen allí una nómina bien surtida, en parte por los mimos que recibieron de las administraciones regional y municipal anteriores a la actual) se han vuelto a hacer los amos de las manifestaciones callejeras, y han desvirtuado el espíritu seriamente reivindicativo pero pacífico de la gran mayoría de participantes. Francamente, me cuesta entender a los antisistema, más allá de su sempiterna actitud de vamos a tocar los c...... a la madera.
Estando yo de alumno en la Universidad (hace más de 35 años, al principio de la transición) ya había figuras, dentro de la agitación estudiantil reinante en esa época cuyo leit motiv era únicamente ese. Me acuerdo de un chileno rubio, que comandaba la mayoría de asambleas, y cuya fuerza motriz era siempre el tocar los c...... a los grises de la época. ¿Para qué? Pues tout simplement para salir en los periódicos o en los noticieros, para amplificar nuestra voz.
Hasta los más furibundos antimadridistas tienen una aspiración no siempre confesada (que gane el Barça, o que el Atlético de Madrid acabe por delante del RMA). Y a la inversa, o en diagonal, esto también es cierto. Pero los antisistema, ¿qué defienden que se haga una vez destruido el sistema?. El caos no es un lugar donde habitar, al menos esta es mi opinión.
Rubalcaba parece sentirse cómodo como reinona de la calle.
(Fuente: europapress)
Y lo que resulta (casi) más grave es la actitud condescendiente del PSOE, donde a Rubalcaba parece gustarle ser la reinona de la calle. Están adoptando la postura que tanto han criticado al PP durante estos últimos años: cuanto peor, mejor.
Además, como parece que la policía de todos colores y obediencias también ha perdido el miedo, pues los altercados provocados por una minoría acaban en batallas campales donde siempre le toca acabar recibiendo a los que menos culpa tienen: los manifestantes pacíficos, los periodistas que cubrían la información, los que sólo pasaban por allí. Y como todo el mundo lleva en el bolsillo, hoy en día, algún dispositivo capaz de realizar fotografías o incluso vídeos, y subirlos a continuación a las redes sociales, pues la resonancia y el altavoz de todo ello acaba siendo ensordecedor.
Todas ellas son estrategias que tienden a helenizar este país, creando la imagen de ingobernabilidad y demás. Porque España, en este 2012, es solamente un país en dificultades, con un déficit público demasiado elevado, creado en buena medida por la proyección del gasto público en función de unos ingresos esperados claramente sobrevalorados; con una Deuda Pública importante, pero no agobiante; con una deuda privada monstruosa, provocada por la inyección ilimitada de crédito que hemos vivido en los primeros años del milenio, sustentada por la falacia (o mentira, directamente) de que la economía podía seguir creciendo indefinida e infinitamente.
Pero, a pesar de todas estas dificultades, que el Gobierno del PP está intentando resolver de la mejor forma que sabe, el Estado y la Administración existen y funcionan en España. La maquinaria de recaudación de impuestos (con sus problemas y sus lagunas, con un importante nivel de economía sumergida y de fraude fiscal) funciona y alimenta las arcas del Estado. Los caballos andan un poco desbocados, pero las riendas existen y las tiene en su mano el Gobierno.
Imagen de uno de los múltiples disturbios en Grecia.
(Fuente: aporrea)
Por el contrario, Grecia es lo más parecido que tenemos en Europa a un estado fallido, donde nada de todo eso funciona con eficiencia. Se dice que el Gobierno heleno engañó a la Unión Europea con las cifras que iba facilitando. Pero la realidad es posiblemente más sombría todavía, y es que ni siquiera engañaron (al menos, no a sabiendas) sino que directamente ignoraban cuál era la situación real del país, porque hasta la Contabilidad Nacional, por lo que parece, es una parodia en Grecia. Desde el pescante de ese carro desbocado, sus gobernantes no tienen riendas y poco más pueden (o saben) hacer que ver cómo todo se aproxima peligrosamente al precipicio.
Lo que me cuesta de entender es cómo los organismos europeos tragaron con lo que les venía de allí, y aprobaron no sólo la adhesión de Grecia a la Unión Europea, sino también su incorporación a la Zona Euro. Quizá tiene importancia para esas decisiones el hecho de que Grecia, de alguna manera, sea la frontera geográfica con el au delà, donde empieza el Oriente Medio con todos sus problemas y conflictos, y donde el Islam tiene su supremacía. No olvidemos que, técnicamente, Grecia está en guerra con Turquía (la nueva potencia regional, por cierto) por el tema de Chipre. Por cierto, algunos países del core europeo le han vendido armamento a Grecia por bastantes cientos o miles de millones de Euros.
Un Hombre y una Mujer. En busca de cómo tensar
las riendas de un carro desbocado.
(Fuente: euroxpress)
Si aceptamos que Grecia tiene una importancia geoestratégica para la Unión europea, entonces ahora no toca otra cosa que soltar la plata en forma de planes de rescate y demás. Aunque hay que tener en cuenta que ese dinero no debe solamente engrasar los ejes del sistema heleno (en otras palabras, acelerar ... su carrera hacia el precipicio), sino que debería contribuir a la creación de un nuevo Estado que tenga las riendas del país en su mano, que sepa recaudar los impuestos necesarios, que sepa erradicar los fraudes gigantes y las ineficiencias crónicas.
España no es Grecia. Pero da la sensación de que a algunos les gustaría más que eso fuera a la inversa. Desenmascaremos a los adalides del cuanto peor, mejor. No dejemos que de un escenario muy negativo, algunos conviertan a este país en un terreno irrespirable y sofocante, incapaz de salir por sus propios medios de la m..... en la que nos estamos revolcando todos.
Cuanto mejor, mejor para todos.
JMBA