Revista Coaching

No somos iguales

Por Un Tipo Con Suerte @untipocnsuerte

Los hombres y las mujeres no somos iguales.
No hay más que vernos. Estoy seguro que si te pongo una fila de 100 personas, serías capaz de clasificarlas a todas en hombres y mujeres a simple vista. Vamos, que tardarías en hacer los dos grupos lo que tardas en mirarlas a todas. Es más, asómate a la ventana y elige una persona al azar ¿es hombre o mujer? Salvo que sea un drag queen, estoy seguro de que sabes el género a 50 metros de distancia. ¿Por qué? Porque somos diferentes. No hace falta entrar en alturas o melenas (que las hay en dos los lados), sólo quítale la ropa a alguien y su entrepierna te dirá a que lado pertenece. Como un sexador de pollos. Así que sí, somos físicamente diferentes. Y dicho sea de paso, vosotras sois bastante más bonitas que nosotros. Objetivamente hablando, el cuerpo de la mujer es a un Audi lo que el del hombre es a un tractor de labriego.
Pero las diferencias no acaban fuera, por dentro también somos diferentes. Útero, próstata… ¡si hasta tenemos una costilla menos! ¿Y la sesera? Pues aún a riesgo de meterme en un embolao, diré que también somos diferentes en eso. No hace falta entrar en tópicos de venus o marte para ver que, en general, las habilidades de nuestro cerebro difieren con el género. Antes de que nadie se me mosquee, no estoy diciendo que uno sea mejor que el otro, nada más lejos de la realidad. Simplemente que nuestra estructura mental es diferente. En general, no tenemos el mismo proceso mental. Más allá de la educación, que te puede llevar (o no) a elegir una carrera más femenina o un color más masculino; hay una base fisiológica que influye en este proceso: las hormonas. Eso hace que, en general (siempre en general), los hombres tengamos un pensamiento más lineal y más lógico que no nos permita hacer más de una cosa a la vez. Por el otro lado, la mujer tiene más facilidad para acceder a su hemisferio derecho dónde se encuentran las emociones, la intuición, etc…
Total, que sin meterme en biología de tercero, creo que la evidencia me acompaña cuando digo que los hombres y las mujeres no somos iguales. Por eso me parece una tontería, con todo el respeto, empeñarse en decir que somos iguales. Es cierto que por desgracia hoy en día haya una diferencia entre la situación laboral de hombres y mujeres. Muchas veces, las segundas cobran menos por hacer la misma faena o tienen más dificultad para acceder a según que posiciones. Eso no es justo. Efectivamente, no tenemos una igualdad de oportunidades y hay que pelear para cambiarlo. También a nivel social, tenemos una herencia de costumbres que asignan un rol y un estatus a las mujeres que no parece muy igualitario. Así que una vez más, hay que luchar por la igualdad de derechos. Hay que conseguir que seamos iguales ante la ley (aunque a veces se haga a costa de leyes discriminatorias, pero de eso ya hablaremos). Pero de ahí a empeñarse en que somos lo mismo, hay un trecho.
Constantemente oigo a gente diciendo que hombres y mujeres tenemos que tener los mismos gustos y pensar igual. Que las diferencias son sólo fruto de la educación recibida y de la sociedad machista y represora. Mire usted, más allá de que la circunstancia juegue un papel muy importante, que lo juega, como dijo Ortega y Gasset, también está el yo. Habrá hombres y mujeres con los mismos gustos, pero no podemos negar que hay un patrón diferenciado y generalista (muy generalista) de gustos por género. Por supuesto, este patrón debe ser una explicación de la realidad, no una guía a seguir. Pero no nos empeñemos en negarlo.
De hecho hoy quiero ir más allá, no sólo creo que no somos iguales sino que creo que somos complementarios. De la misma manera que los malos de la pelis, uno bajito y listo y el otro fuerte y tonto, se complementan, creo que los dos géneros se complementan. La lógica de uno resuelve el problema del otro y la empatía del otro hace sentir mejor al uno. Eso es lo bonito de la convivencia. Incluso te invito a ir más allá, porque esa diferencia y complementariedad se puede aplicar a cada persona que te encuentras. Así que en vez de empeñarte en ser como los demás o que los demás sean como tú, por qué no pruebas a disfrutar de las diferencias y llegar juntos a los sitios que no alcanzaríais separados.

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