Revista Religión
Muchos cristianos piensan que el cristianismo es una ética dada por Dios para mejorar el mundo. Por ello, muchos creen sinceramente que deben involucrarse en la política o en la gestión social. Por generosas que sean estas iniciativas, no son suficientes.
El mundo no puede ser mejorado (1 Juan 2:17), pues crucificó a Jesucristo. Está sin recursos, sin esperanza, no tiene ninguna relación con Dios, está sumido en el mal y bajo el poder de Satanás.
Jesús no vino a la tierra para reformar el funcionamiento de la sociedad. Él no se involucró en la política. El mundo lo rechazó, pero Jesús ofrece a cada persona, individualmente, un camino de salvación para ponerse en contacto con Dios. Su muerte en la cruz, terrible destino que le dieron los hombres, es el medio que Dios escogió para salvarnos. Al odio, Dios respondió mediante el amor. Él ama y salva a todos los que sienten la necesidad de ser perdonados, liberados. Ahora los creyentes están unidos a un Cristo resucitado y son ciudadanos del cielo. Jesús dijo: “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”.
Cuando Jesús vino a la tierra, no reivindicó sus derechos como rey de Israel. Para establecer su reino, será necesario que juzgue. Sin embargo “no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo” (Juan 3:17). Vino para salvar a los hombres, vivió haciendo el bien a todos y murió para resolver la cuestión de mis pecados ante Dios. Por ello ahora puedo recibirlo como Salvador y seguirle en ese mismo camino de compasión y amor por todos los hombres.
Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.1 Juan 5:19
(Jesús dijo:) Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.Juan 17:14
FUENTE: EL VERSICULO DEL DIA