Revista Diario
Si pudieras hablar… Aunque creo que no te hace falta. Continuamente me estás comunicando lo que sientes, la manera en la que te hablo creo que te es suficiente para que nos entendamos. Son 10 años ya contigo, y no se me olvidará nunca el día en que te vi en aquella tienda.
Di unos golpes en el cristal, los cuales ignoraste, pero a los que tu hermana (que estaba allí contigo) sí respondió con una mirada. Me fijé en aquella perrita primero y me decidí por ella. Pero tu simpatía despertó en mi un gran interés, no parabas de jugar importándote más bien poco lo que hubiese a tu alrededor, para ti sólo estabais tu hermana y tú.
Y aquí fue donde nos conocimos, te sacaron de tu mundo de fantasía para ponerte en mis brazos, y desde ese momento estrechamos un lazo que nos hizo inseparables.
Cuando nos fuimos tu atención se centró en tu hermana, había sido lo único que tenías nada más separarte de tu madre y ahora, a empezar una nueva vida.
Llegaste a casa y el miedo a lo desconocido y la inseguridad sacó la parte más tímida de ti, rápidamente te escondiste bajo una silla mirando hacia todos lados pero cuando te llamaba no dudabas en venir a mis brazos.
Me costó la misma vida que te acostumbraras a pasear por la calle y ya ni te digo que hicieras tus necesidades, pero bueno poco a poco te acabaste acostumbrando. Conforme ibas creciendo te ibas haciendo un hueco en la familia, pasando de ser una mascota a ser uno más. Tus ganas de jugar a todas horas, tu ánimo incansable, tus travesuras y la forma en que me demuestras tu cariño han hecho de ti un amigo fiel del que nunca me podré separar.
Ahora te miro y después de 10 años no ha cambiado nada en ti, sigues siendo la alegría de la casa, acompañándonos en todo momento y derrochando esa simpatía que tanto te caracteriza.
¿Y por qué escribo esto si no lo podrás leer? Realmente no me hace falta plasmar el cariño que te tengo puesto que te lo demuestro día a día, pero si me gustaría compartir un sentimiento con todos los que lean este post. Un sentimiento que va mucho más allá de querer a una persona, un sentimiento que se salta la barrera de la especie y que, convierte a dos animales distintos en dos amigos que se entienden a la perfección. Yo no tengo una mascota, yo tengo un amigo.
Desde mi blog muestro mi más sincero rechazo a todas esas personas que contribuyen y fomentan el maltrato animal. No os merecéis mi respeto, no os merecéis mi compasión y sobretodo, no os considero personas.
Un saludo.
Pablo Escribano.