Revista Cultura y Ocio
No soy capaz de concebir un efecto necesario que sea distinto de su causa. ¿En razón de qué cabría separarlos? Si fuera necesario que mi sombra siempre me acompañara, aun en ausencia de luz, mi sombra estaría tan íntimamente unida a mí como mi propio cuerpo o mi altura. Sería una propiedad inherente más que un efecto.
Siguiendo este razonamiento, no se dan verdaderos motivos para diferenciar a Dios del mundo si éste es un efecto necesario de aquél. No puede decirse que Dios no es material mientras que el mundo lo es, pues uno no se dará sin el otro, formando parte del mismo todo. Cualquier distinción que estipulemos entre ellos será puramente nominal.
Por ende, Dios no sería fundamento del mundo si el mundo es tan necesario como Dios. No hay grados en la necesidad: o se es necesario o no se es. Si, aceptando la tesis neoplatónica, Dios, coeterno con su emanación, no es el fundamento del mundo y es parte del gran mundo, es fácil, o más bien inevitable, llegar al dios de Spinoza.