Revista Diario
Últimamente leo mucho sobre madres reales en blogs, publicaciones y redes sociales. Esa maternidad sin edulcorantes ni cortapisas se intenta imponer para dejar de lado la falsedad y los estereotipos. Mujeres reales, madres sin miedos, que quieren ir contra los canones de belleza establecidos, que se rebelan contra los patrones impuestos al grito de ¡no somos perfectas ni queremos serlo!
Qué bien, ¿no? Me gusta que surjan esas voces seguras de sí mismas que animan a otras mujeres a ser felices sin mirar alrededor para ver si están haciendo lo que se espera de ellas. ¡Bravo, bravo! Y ahí vamos nosotras con nuestro ego bien alto presumiendo de maternidad real, de ojera, de trabajo a medio hacer, de "no me calzo una 38 y no pasa nada", de "oye que no soy perfecta y hago lo que puedo". Y hasta parece que nos los creemos.
Entonces sigues de visita por las redes sociales, tropiezas con Instagram y ¡zas! Batacazo. Y ahí están: maternidades impolutas, niños angelicales, atuendos sin arrugas, madres jovencérrimas y monérrimas, mujeres con una pila de críos bellas y sonrientes con el mensaje de ¡yo puedo con esto y más! Y te miras al espejo y luego se te ocurre (mal hecho ya aviso) mirar a tu alrededor. Uy, uy, uy, algo no cuadra. Y sobreviene el caos interior.
A mi estas cosas, a estas alturas, ya no me afectan demasiado, será cosa de los cuarenta ... y tantos. Pero me consta que hay otras madres, más jóvenes, más inexpertas o simplemente más inseguras a quienes daña y mucho. Cuando una está empezando en esto de la maternidad las dudas te abruman, te lo crees todo, te dejas llevar, hasta que poco a poco vas creando tu propio decálogo y ordenando tus principios y prioridades. Estas cosas llevan su tiempo. Novatas hemos sido todas y hemos caído en esta o en otras trampas. Llevo más de ocho años en esto de ser madre y me sigo dando traspiés cada dos por tres.
Yo sigo apostando por la maternidad imperfecta, porque desde mi punto de vista no existe ninguna otra, aunque ahora nos quieran vender un mundo irreal lleno de bonitismo maternal. Y digo imperfecta para referirme a la realidad pura y dura. Aunque en toda esa imperfección es donde se halla el amor verdadero, la sinceridad y la verdad.
A mi me gusta eso de hablar de lo que te pasa, escribir un nuevo post y escupir verdades como puños aunque no sean muy glamurosas. Si te sientes mal o te crees ese día una mierda de madre ¡cuéntalo! Para eso tienes blog, ¿no? Cuando hablan de las madres blogueras dicen aquello de ".... bitácora maternal donde cuenta sus experiencias ....". Pues eso, que de bonitismo no vivimos las madres, bueno algunas sí, pero ese es otro tema. Para un ratillo no está mal, te pones al día en las últimas tendencias de moda infantil, en adornos para Halloween o Navidad, en como hacer el disfraz más mono o paseas por las colecciones más preciosas para tus churumbeles o para ti misma. Pero luego levantas la vista del móvil o del portátil y tienes tu propia realidad, la de verdad, la que no sale en la foto. Y esa, señoras mías, va sin azúcar ni purpurina.
La palabra imperfecta sale sola, pero eso no es imperfección, insisto, es realidad. Así que a partir de ahora hablaré de maternidad real y no de maternidad imperfecta.
Queridas madres no os dejéis engañar. Disfrutad de la belleza de las imágenes, pero no debéis creer que eso es lo que se espera de vosotras. Mi blog seguirá siendo imperfecto y real, como yo misma. Unos días habrá con lo que reirse y otros con lo que llorar, como en la vida. Invitadas quedáis si deseáis compartir vuestro día a día, vuestras penas, vuestras alegrías o lo que se os antoje. ¡Seréis bien recibidas! :)
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