El machismo soterrado en nuestra sociedad, supuestamente desarrollada, en la cual, bajan Alá y el resto de dioses, porque alguien porte un burka y sin embargo, convivimos todos los días con mujeres-objeto por obra y gracia de la publicidad, que lejos de ser una cosa aséptica y encaminada exclusivamente a aumentar el consumo del producto en cuestión, nos transmite una serie de valores, que aceptamos y hacemos nuestros sin tantos miramientos.
Los roles asignados a la mujer, subyacen en los pilares mismos sobre los que se construye nuestra sociedad: si un hombre es capaz de acostarse con muchas mujeres, es un machote, sin embargo, la visión cambiaría diametralmente si de quien hablamos es de una mujer, para la cual tendríamos en cariñoso apelativo de zorrón.
De la misma manera, que los negros siguen siendo negros, muchos años después de la abolición de la exclavitud, las mujeres, siguen siendo mujeres, a pesar de que hayan logrado el derecho al sufragio activo.
Sin ir más lejos, me quedaré con un ejemplo que cohabita, con otros muchos, en mi cotidianidad, a la vuelta del trabajo.
No se lo que le agrada a la chica, si Igualada o la falo-piruleta que se está comiendo.
Son innegables los progresos, pero en la antesala del día internacional de la mujer (8 de marzo) TODAVÍA QUEDA MUCHO CAMINO POR ANDAR.