Revista Opinión

No te confundas con estas dos cositas…

Publicado el 14 agosto 2019 por Carlosgu82

Supongamos que tienes justo frente a ti una pared. Un día te obsesionas con la idea de atravesarla. Tomas impulso te lanzas contra ella y te das cuenta de que es bastante dura… Decides volverlo a intentar.

Retomas tu punto inicial de impulso, vuelves a correr en dirección a la pared con tanta fuerza y energía como te es posible, y el golpe que te das vuelve a ser tan fuerte o quizás más que el primero… tu insistes, persiste y resiste y a la final la pared sigue allí intacta, pero tu estas con el cuerpo golpeado, cansado, sin fuerzas como para pensar en volver a intentarlo una vez más.

Todos en algún momento hemos pasado por situación como esta, cuando sentimos que lo intentamos una y otra vez y no obtenemos resultados. Sin embargo, si algo asi te esta ocurriendo en este momento, te felicito ya que estas dando muestra de que no te das por vencido tan facilmente, estas decidido a hacer algo, hacerte cargo del problema. Estas decidiendo atravesar la pared, tienes claro lo que quieres, y eso ya es bastante.

Sin embargo, el problema en este caso es cuestion de estrategia, una cosa es ser persistente y la otra es actuar como tonto. Y se es tonto, cuando a pesar de que los resultados siguen siendo los mismos, no hacemos absolutamente nada diferente para obtener otra cosa.

Un ejemplo muy claro sobre lo que he explicado hasta ahora es cuando una persona tras pasar mucho tiempo buscando trabajo y no conseguirlo, no hace nada por mejorar su curriculum, o autoemplearse emprendiendo su propio negocio… otro típico caso es,  quienes le solicitan muchas veces un prestamo al banco e introducen los mismos requisitos siempre, con los mismos balances personales, y esperan que suceda un milagro.

Igual sucede con aquellos a quienes le rompieron el corazon e insisten una y otra vez que su «ex» es el «Amor de sus vidas» y hacen todo lo posible para reconquistarlo, cuando ya le han dicho mil veces que no.

Es así como la pared, se mantiene allí mientras tu te sigues debilitando… Claro que hay que persistir. Pero presta mucha atención a esto: SOLO PERSISTE LO SUFICIENTE ANTES DE DECIDIRTE A PROBAR ALGO DIFERENTE.

Si a la primera no funciona, no tires la toalla:

Intentalo de nuevo!

Si a la segunda tampoco, no tires la toalla:

Decíde probar algo diferente.

¿Qué cosa probar? Cualquier cosa!
¿Qué tan diferente tiene que ser? No importa si mucho o muy poco, pero busca hacer algún cambio de cualquier tipo.

Y si al tercer intento, no obtienes el resultado que querías, entonces compara lo que sea que hayas obtenido, revisa, ajusta y vuelve a probar.

Algunos de esos cambios que hiciste posiblemente te alejen de lo que quieres. Si es así, date cuenta y regresa de nuevo a dónde estabas antes. Otros cambios te acercarán, toma nota y busca cómo mejorarlos.

El asunto es no lanzarse una y otra vez contra la pared, es probar diferentes formas de sortear el obstáculo. No cambies tu objetivo, cambia de plan. Y si tras agotar tus recursos, no puedes hacer nada más frente a esa pared, entonces piensa que mas puedes hacer con la pared quizas pintarla, decorarla, colgarle un cuadro y al menos sacarle algún provecho.

Adáptate y cámbia tú mismo y tu actitud frente al problema.
Eso es persistencia: La combinación de intelecto, equilibrio emocional, paciencia y disposición a estudiar los errores para hacer ajustes, aprender e intentar cosas nuevas.

La testarudez es una virtud cuando se nos mete algo en la cabeza, y decidimos aprender y hacer lo que sea necesario para alcanzar lo que queremos. Pero la testarudez también es una maldición, cuando decretamos que SOLO EXISTE UNA forma de hacer las cosas, e insistimos en hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener un resultado diferente.

No confundamos persistencia con estupidez, eso nos ahorrará mucho tiempo y esfuerzos innecesarios.


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