Revista Coaching

No te despistes al aclarar, toma decisiones

Por Jofoba @jordifortunybad

Hace un momento estaba aclarando mis bandejas de entrada y he estado a punto de cometer un error. Se me ha hecho tan evidente que he pensado: tengo que escribirlo en un post ahora mismo.

Mira que hace tiempo que uso GTD®, pero el impulso de «buscar atajos» siempre está ahí. Sistema 1 rules. Por eso, de vez en cuando viene bien autoevaluarse y, si conviene, hacer un back-to-the-basics

Te cuento. Una de mis capturas tenía que ver con preguntarle algo a alguien. Así que siguiendo el workflow del paso de aclarar me he ido haciendo las preguntas. ¿Qué es? ¿Es accionable? ¿Cuál es la siguiente acción?

Y en esta última pregunta, ha sido donde he tenido tentaciones de hacerlo mal. Básicamente he querido, por pereza, racanear alguna decisión. 

Recordemos que una siguiente acción en GTD® es una acción física y visible que te permite conseguir algo, o hacer que algo avance.

De primeras, «Preguntar a Marta sobre la posibilidad de reclamar la tarifa plana para los autónomos societarios», te puede parecer una siguiente acción clarísima, pero no lo es. 

El verbo preguntar te puede dar la sensación que es físico y observable. Yo me puedo ver preguntando una cosa. Vale, pero ¿cómo? ¿la voy a llamar por teléfono? ¿la paso a ver por su oficina? ¿me conecto por Skype? ¿le escribo un email? ¿le mando un Whatsapp?

Como puedes ver, dispongo de muchas posibilidades, y todas ellas factibles. Este hecho me puede llevar a pensar, falsamente, que si ya sé qué tengo que preguntar y a quién, no hace falta decidir una cosa tan nimia como pueda ser él cómo lo haré. 

No es un tema de redacción deficiente de la siguiente acción, es un tema de falta de decisión.

Es fácil sucumbir a la tentación de: «oye déjalo, ya sabes de qué va, con esta redacción es suficiente, cuando veas el recordatorio ya lo harás como sea…»

Aclarar va de tomar decisiones. De tomar todas las decisiones, y subrayo todas. Pero claro, como decidir cuesta, me resisto y pienso que, como tengo tantas posibilidades y son tan evidentes, no hace falta decidir —o decidirlo todo—. Ya fluirá y decidiré, en este caso, el medio por el que voy a formular la pregunta cuando lo vaya a hacer.  

Y ¿qué va a pasar si lo hago así? Suponiendo, claro, que lo haya organizado en el contexto adecuado. Cosa extremadamente difícil —sino imposible— con esta deficiente definición de la siguiente acción. 

Pues que a la hora de ejecutar, difícilmente lo elegiré, porque la pereza de antes, que me ha hecho posponer la decisión, seguirá estando presente. Si tienes que repensar sobre algún elemento en el momento de ejecutar, es que está mal aclarado. Y el resultado es fricción a la hora de ejecutar.

Este es sólo un ejemplo de este error habitual. En mi experiencia, nuestro impulso natural es siempre evitar la decisión. Incluso si todas las opciones son equivalentes, o fáciles. Pero aclarar es tomar decisiones, si no lo haces así, estás aclarando mal. 

A todo esto, le puedes añadir la falsa creencia que tienen muchas personas, que en el paso de aclarar nos sobrecomplicamos la vida teniendo que «pensar tanto», incluso en cosas que parecen evidentes. Falso. Decide. Decide lo que sea, pero decide. Es una inversión que haces para poder ejecutar de manera efectiva.  

Photo by Victoriano Izquierdo on Unsplash

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