No te detengas

Él es un tipo normal. Un poco tímido quizás. Pero puede ser porque no lo he tratado de tú a tú en las ocasiones en las que nos hemos encontrado. Su mujer es un encanto. Trabajadora, luchadora, apasionada. Compañera de trabajo de mi marinovio desde hace mil años. Tenían un deseo, tener un hijo. Y lo tuvieron. Hubo complicaciones en el parto, y el pequeño nació con parálisis. Ambos invierten todo su tiempo en él, en mejorar su calidad de vida, en que adelante en motricidad, en que consiga decir alguna palabra. Acaba de cumplir 4 años. Tiene un mes más que l'aînée.
La última vez que los vimos era para celebrar el cumpleaños del hijo. El pequeño estaba emocionado al ver sus regalos, al ver a los demás niños. La madre encantada con los progresos que, poco a poco, se van notando, y el padre apoyando a ambos. Unas toses interrumpen el festejo. Lleva unos días aquejado de unas molestias al respirar, pero le quita hierro al asunto.
El domingo amanece en la planta de mi marinovio. Está ingresado puesto que tosió sangre. Le van a hacer pruebas, pero el diagnóstico pinta mal.
Al llegar ayer del trabajo, mi marinovio me cuenta que pinta tan mal que sólo le dan dos o tres meses de vida.
Le damos tanta importancia a cosas que realmente no la tienen... Y cuando pasan cosas como esta, se te encoge el corazón. El médico ha puesto fecha de caducidad a una persona. Un hombre que lo único que desea con toda su alma es ver crecer a su hijo. Y ahora, por caprichos del destino, no podrá vivir el primer día de clase de su hijo, o la primera palabra bien pronunciada, la primera tarea...
No dejemos que el tiempo nos quite días, añadamos días a nuestra vida. No nos enfademos por cosas nimias e infantiles, no malgastemos el tiempo en trivialidades. No sabemos el tiempo que estaremos aquí, disfrutémoslo y sobre todo, vivámoslo. Plenamente. Si te apetece dar un beso, hazlo. Si te apetece correr por un campo de margaritas, hazlo. Si te apetece dar las gracias, haslo. No te detengas.