Alí Hussain Sibat es un libanés de cuarenta y seis años y padre de seis hijos al que Arabia Saudí acaba de confirmar una condena a muerte por “brujería”. A no ser que el tribunal superior al que ha apelado acepte su recurso, podría ser ejecutado en cualquier momento. Está claro que las religiones cada vez se empeñan más en hacernos feliz la existencia.
Ali era presentador de un programa de televisión del canal por satélite libanés Sheherazade, en el que daba consejos y hacía predicciones sobre el futuro. En mayo de 2008, mientras efectuaba la peregrinación musulmana conocida como “umra”, fue detenido por la policía religiosa (Mutawa’een) acusado de brujería.
En noviembre de 2009 un tribunal de Medina lo condenó en un juicio celebrado y en secreto y en el que no contó con asistencia letrada. Amnistía Internacional teme que la acusación de brujería y otros cargos formulados contra él se deban únicamente al ejercicio pacífico de la libertad de expresión. El cuento se repite en cualquier rincón del mundo, al poderoso no le gusta que le cuestionen y utiliza todo el engranaje de su poder para reprimir a quien osa intentarlo.
En enero, el Tribunal de Apelación de La Meca admitió un recurso contra su condena de muerte por considerar que la sentencia había sido prematura. Explicó que todas las denuncias formuladas contra Hussain Sibat tenían que verificarse y que si realmente había cometido el delito debía pedírsele que se arrepintiera.
Sin embargo, el 10 de marzo, un tribunal de media confirmó la sentencia de muerte. Los jueces dijeron en una declaración que el libanés merecía ser condenado a muerte por haber practicado brujería públicamente durante varios años ante millones de espectadores y sus actos lo convertían en un infiel. Motivo más que suficiente para que te quiten la vida en esta singular forma de entender la justicia.
El tribunal también adujo que no había forma de comprobar si su arrepentimiento, si es que se arrepentía, era sincero y que la condena de muerte disuadiría a otras personas de practicar también la brujería en su momento. Toda una lección magistral de derecho sagrado para que la verdad salga a la luz. Además explicó que existe un creciente número de “magos extranjeros” que entran en Arabia Saudí.
La causa ha sido remitida de nuevo al Tribunal de Apelación de La Meca para que apruebe la condena a muerte.
El abogado de Alí en Líbano cree que fue detenido porque miembros de la policía religiosa lo reconocieron por su programa. Tras su detención, los interrogadores le exigieron que explicara por escrito lo que hacía para ganarse la vida, prometiéndole que se iría a casa en unas semanas. Su escrito fue presentado como confesión durante los juicios.
El delito de brujería no está definido y se ha utilizado para castigar el ejercicio legítimo de los derechos humanos, incluido el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia, religión, creencia y expresión. La tipificación de la apostasía como delito es incompatible con el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, recogido en el artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Durante 2007, alrededor de 158 personas fueron ejecutadas en Arabia Saudí y otra 102 en 2008. En 2009 se tuvo noticia de la ejecución de otras 69 personas, casi 20 de las cuales eran ciudadanos extranjeros y desde comienzos de 2010 han sido ejecutadas ya 8 personas.
En Arabia Saudí se aplica la pena de muerte por una amplia variedad de delitos, incluidos algunos que no tienen consecuencias letales. Los procedimientos judiciales incumplen las normas internacionales sobre juicios justos. Raras veces se permite a los acusados contar formalmente con asistencia letrada, y en muchos casos no son informados de la marcha de los procedimientos judiciales. Pueden ser declarados culpables sin más pruebas que confesiones obtenidas con coacción o engaño.
Las autoridades saudíes detuvieron a decenas de personas por “brujería” en 2009 y continúan haciéndolo en 2010. Varias fueron detenidas por la policía religiosa (Mutawa’een), llamada oficialmente Comisión para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio.
La última ejecución por “brujería” de la que se tuvo noticia fue la del ciudadano egipcio Mustafa Ibrahim, llevada a cabo el 2 de noviembre de 2007. Había sido detenido en mayo de 2007 en la localidad de Arar, donde trabajaba de farmacéutico, y acusado de “apostasía” por haber utilizado de modo indebido un ejemplar del Corán.
En un informe sobre la pena de muerte en Arabia Saudí (en inglés), Amnistía Internacional puso de relieve el amplio uso que se hacía de ella, así como el número desproporcionadamente alto de ejecuciones de extranjeros de países en desarrollo que se llevaban a cabo.
En la actualidad, otro hombre condenado a muerte por apostasía por un tribunal de Hail en julio del pasado año podría estar en riesgo de ser ejecutado de manera inminente.