Es común pensar en implantar técnicas de productividad personal únicamente en la vida profesional, pero no es suficiente, ya que no tan solo los hábitos profesionales requieren de efectividad, también es necesario vigilar la manera en que haces y procesas las cosas en el ámbito personal.
Que sentido tiene llevar a rajatabla el control de las facturas en el trabajo para no desviarse del presupuesto, y en casa, no saber ni en que cuenta tenemos los domiciliados los recibos del teléfono; ¿Como que planificas las reuniones de toda la semana milimétricamente y te olvidas de la reunión con el tutor de tus hijos?
¿Por qué trabajas tan duro toda la semana si te olvidas de para que trabajas?
Es importante aplicar los hábitos productivos en todos los ámbitos y pensándolo mejor, si te esfuerzas en querer ser más productivo en tu vida profesional, porque no utilizas todo este esfuerzo en mejorar y sacar todo el potencial en el ámbito personal.
Es de sobras conocido que hay una retroalimentación entre lo profesional y lo personal, la estabilidad de uno afecta la estabilidad del otro, de hecho, y siendo claros podemos afirmar que no hay diferencia alguna entre los dos, ya que tu eres uno, así pues no hay razón para diferenciar los hábitos productivos en el trabajo y en casa. No puedes darlo todo en el trabajo si tu vida personal es un completo desorden, y viceversa.
A algunos les puede parecer que es pasarse de la raya, que hablar de productividad con la familia e ir con listas en casa es un poco ‘freak’, pero son cosas tan simples y evidentes que no tienes excusa para no aplicarlas. Algunos ejemplos:
Simplificar la administración del hogar: facturas sin papel, unificar cuentas bancarias, etc…
Establecer un sistema, ni que sea rudimentario de registro de los gastos
Establecer rutinas para las tareas domésticas, limpiar, comprar, etc… Y cuando lo hagas, hazlo!, evita dejarlo a medio terminar (no procrastines la plancha!), empezar muchas veces es un dispendio de energía.
Créate listas de control: como que poner en la maleta, una lista de los productos que habitualmente compras, etc. No hace falta que cada vez empieces de cero.
Planifica, ni que sea mínimamente (tampoco soy partidario de planificar hasta el último minuto en ocio). Pero el fin de semana o una cena o lo que sea, si lo planificas con antelación seguro que va mejor (puedes reservar el restaurante, preparar todo lo necesario para ir de excursión, tener las mejores butacas en el cine, etc…). Evitarás estar dos horas decidiendo que haces las dos horas siguientes y el tiempo de fin de semana te cundirá más.
¿Simple no?
Post inspirado en un capitulo del libro Cut to the Chase de Stuart R. Levine (muy recomendable!)
photo credit: swisscan via photopin cc
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