Esta entrada será un poco más reflexiva y personalizada que de costumbre. Si eres de los corredores que están montados en el boom del running, lo apoyan, lo normalizan e incluso pagan lo que haga falta por formar parte él...quizás no debas seguir leyendo.
Es más, si tienes pensado correr la próxima edición de la maratón de Sevilla, te ruego por favor que te abstengas de leer esta entrada. Si piensas que es una maratón increíble, intachable y la tienes en un pedestal, no vas a compartir estas ideas...¿seguro de que quieres seguir leyendo?
Ha pasado bastante tiempo. Años desde que la maratón de mi ciudad tuviera el nombre de Maratón Popular de Sevilla. En mis manos he tenido imágenes de sus primeras ediciones, medallas esculpidas en azulejos, que pesan más que el falso dorado de las actuales. He aprendido de la prueba que me vio nacer como maratonista, y he pensado mucho sobre ella.
A día de hoy, no estoy apuntado a su próxima edición. Será la primera vez que, si nadie me lo impide, no la corra. Es más, no estoy motivado para correr en lo que se ha transformado la maratón de Sevilla. Con los meses he pasado de criticarla, a tolerarla y actualmente a respetarla pero no a compartir en lo que se ha convertido.
Entiendo que no estamos en sus inicios. Entiendo que el mundo del corredor ha dado un giro exponencial basado en darle cabida a la gran cantidad de corredores que sueñan con la distancia de Filípides. Entiendo que se busque una fuente alternativa que permita cubrir los costes/esfuerzos de organizar un evento de este calibre y de paso, sacar beneficios.
Puedo llegar a comprender en parte, que las inscripciones para los sevillanos estén bonificadas en relación al resto de la provincia. Es simple ley de oferta/demanda. Todos sabemos que, al menos el 50% de los corredores que se apuntan, vienen de los pueblos de alrededor de Sevilla.
También puedo entender que personas que han criticado muchísimo a entidades como el IMD, el ayuntamiento de Sevilla, la organización de la propia maratón...ahora estén trabajando para ellos, alabando su forma de hacer las cosas, peloteándoles hasta la saciedad o dando discursos de falsa demagogia a través de las redes sociales. Lo entiendo....tienen que vivir de ello.
Me descuadra que cada año asuma la gestión una nueva empresa multimillonaria, que se sumerge en la ciudad de Sevilla y la invade hasta las trancas. Empezamos con New Balance allá por 2012 las tiendas de deportes actualmente...están repletas de NB (que casualidad). Empezamos con Zurich seguros y este año, te conviene hacerte un seguro con ellos para correr la Maratón, que no hacerlo (que casualidad). Se sigue privatizando y además contagia a las maratones de su alrededor, como la querida prueba Malagueña. Pero lo tolero.
Lamento la falta de espíritu crítico de los corredores que vienen, corren, disfrutan y se van. Que no se dan cuenta de todo lo que ocurre los 364 días previos a la maratón. Que no se enteran de los desaires, del secretismo y del mercantilismo de esta prueba durante el resto del año. Lo lamento, pero lo entiendo. Aquí somos corredores no gestores: lo importante es correr.
Revuelve mi estómago conocer a personas que valen mucho, muchísimo y que apoyan ciegamente a este evento y transforman su propio discurso en el que le imponen. Y lo peor de todo es que se lo creen ciegamente. Llevan tanto tiempo oyéndolo y repitiéndolo, que al final se creen que es verdad y todo. Y me da rabia. Porque son personas muy profesionales, que conocen la prueba mejor que los organizadores y que podrían hacer de ella, lo que no es actualmente.
Y por supuesto, no puedo dejar de mencionar a esos cientos o miles de corredores que llegaron a luchar alguna vez por su maratón popular y que se comieron lo que se comió "Mahoma". Esos pocos que se enfrentaron al sistema, ahora callados y asumiendo que lo importante, es correr. Esos miles que tienen dos dedos de frente y, a diferencia del desgraciado que os escribe, sólo saben quedarse con el día de la prueba. Ellos se quedan con mejor sabor de boca que yo.
Pero es que no puedo evitarlo. No puedo evitar comparar lo que estoy a punto de vivir en Murcia, una auténtica maratón popular, un evento como los "de antaño"...con la actual maratón de Sevilla. No puedo. Y tengo que dejarlo reflejado, tengo que soltarlo, tengo que hacer que se recuerde.
Y...¡ojo! que no digo que la actual Zurich New Balance IMD Maratón de Sevilla sea mala. Para nada. Es más, me parece un pedazo de evento que mueve a muchísima gente, que tiene un trabajo monumental detrás y que le aporta muchísimo valor a la ciudad. Sin embargo, formo parte de un limitado club de personas con la mentalidad de "cualquier tiempo pasado, fue mejor". Si a eso le sumamos mi problemático espíritu contestatario "apaga y vámonos".
Lo mejor está aún por llegar. En 2016 se celebrará en Sevilla el campeonato de España de Maratón. A nuestra ciudad vendrán ilustres figuras del atletismo, dispuestas a conseguir un puesto para los juegos de Río de Janeiro. Y está bien, está muy bien. Durante un par de semanas, seremos el centro neurálgico del fondo español. Pero y después...¿que?
Porque esto es un arma de doble filo. A los corredores, como ya os he expresado en mis anteriores argumentos sólo les importa una cosa: correr a toda costa. A la mayoría les importa un carajo que venga tal élite o tal otro. Les importa una mierda que les cobres de más por correr con las mismas calidades que hace 5 años (siempre que puedan correr bien). Les importa correr.
¿Qué pasará cuando los corredores se vayan? ¿Qué pasará cuando volvamos a los tiempos donde correr era para cuatro locos? ¿Qué ocurrirá cuando la ciudad busque mantener el listón de los años anteriores, o el prestigio, o los maliciosos excedentes actuales? ¿Qué ocurrirá?
Cuando lleguen las vacas flacas, los protegidos criticarán, los manipulados despertarán y los mafiosos se marcharán en silencio con las manos llenas de billetes y le dejarán de nuevo la maratón de Sevilla a quienes les pertenece: a los populares.
Pero hasta entonces, este flipado que os escribe seguirá buscando alternativas o bien terminará formando parte de ese grupo de resignados que por encima de su espíritu crítico anteponen el deportivo, anteponen el correr, anteponen el disfrutar...y se hará realidad: correr, es de cobardes. Aquí se despide, un corredor enamorado de la maratón de su ciudad.