una de las frases que más me ha impactado (tendría que decir resonado, que es lo que se lleva ahora, pero aborrezco la expresión, ustedes me sabrán disculpar), es:
no te preocupes si tus hijos no te escuchan,
te observan todo el tiempo
Madre Teresa de Calcuta
dice tanto en tan poco.
y es que todos, sin excepción (aunque unos en mayor medida que otros, qué duda cabe), ejercemos habitualmente el «haz lo que yo diga, pero no lo que yo haga», probablemente de forma inconsciente, porque creo que es innato al ser humano pensar que lo de uno está bien y lo de los demás es siempre mejorable.
esa idea de ser un ejemplo solo por el hecho de ser y estar, es algo que me viene a diario a la cabeza, y que me ayuda a veces a recalcular ruta, y dejar de hacer o decir las cosas por las que no me gustará que me recuerden pasados los años.
porque es verdad, si lo piensas, que los recuerdos que te quedan de los que eran tus mayores en tu infancia, son mayoritariamente actitudes, costumbres, gestos, formas de ser… más que sus palabras.
ahora que nos enfrentamos al verano rodeados, literalmente, de nuestros retoños, quizá sea un buen momento para reflexionar sobre esto y empezar a actuar en consecuencia.
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