Revista Opinión
Al poco, los gritos de los heridos nos suenan repetidos, y la causa en cuestión, sobre la que enseguida nos parece que ya sabemos todo, empieza a resultarnos aburridísima. Y en ese embotamiento de la conciencia pública se crecen los criminales. La víctima se invisibiliza mientras el verdugo persevera.(Ir al texto completo...)