Revista Coaching

No te vayas todavía

Por Patricia Núñez López @tueterest
No te vayas todavía

Hola de nuevo, sí; aún estoy viva, soy Patricia la persona que escribe estas líneas y que lleva año y cinco meses con este blog. El proyecto no ha muerto, os podría contar mil historias sobre los cambios que tengo preparados para el blog pero ninguna sería cierta. La realidad es que llevo sin aparecer por aquí más de un mes, y las razones son múltiples: nuevos proyectos, trabajo de encefalograma plano y aires de primavera.

No sé, si los de Iron Blogger me siguen admitiendo en su club. O sí, se me ha caído al suelo el título de blogguera...

El domingo pasado le pedí a un amigo, llamémoslo A.G.L. (para que mantenga el anónimato y no puede reclamar propiedad intelectual) que me sugiriese un tema que tratar. Voy con retraso de mil cosas que contaros pero aún así me gusta pedir opiniones y luego hacer lo que me da la santa gana.

Pues bien, me saco el tema de las despedidas, creo que en el blog ya había tratado el tema de los reencuentros, porque me prometí cuando lo empecé buscar lo bueno de todo.

"He decidido caminar por el lado bueno de la vida", de todos modos y sin que sirva de precedente me voy a enfrentar a las despedidas, como en su día hice con las rupturas.

Llamadme bicho sin corazón ni alma si queréis pero he desarrollado una capacidad especial para aguantar las despedidas (en este momento estoy cruzando los dedos porque mi amigo Andrea se va en dos meses y le voy a echar mucho de menos), pues bien, me dí cuenta en el erasmus entre los lloros y abrazos, de que la cosa no era tan terrible. Que lo verdaderamente importante es cumplir esa promesa de regresar o de ir a visitar al otro y tener presente las cosas que has aprendido de esa persona.

Las despedidas nos traen cosas nuevas sino nunca evolucionaríamos, si yo continuase en el mismo grupo que desde el cole y no hubiese conocido a nadie nuevo sería realmente muy triste.

Centrando un poco el tema, creo que mi amigo se refería más bien a la soledad del exiliado por trabajo en el extranjero. Pero la soledad tiene su punto de libertad e independencia, y quien sabe, yo tuve que marcharme para valorar lo que tenía en casa.

Aunque claro, mi zona de confort ya cubre España, Italia y hasta un poco de Turquía, ¿Será que este año no la amplio a más países?


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