No tenga perro (ni gato)
28 septiembre 2014 por cristosu
Hace unos días leí en un suplemento de El País un reportaje sobre los beneficios de tener un animal. Yo quiero aportar algo también, sin que nadie me lo haya pedido, para aquellos que creen que podría ser divertido tener uno en casa.
Vistos desde fuera, los perros y los gatos son simpáticos, adorables. A la mayoría nos hacen gracia, sobre todo a los niños.
Pero, a ver, no todo son alegrías. Sepa que el perro hace caca y pis y es posible que lo haga en sitios que a usted le parezcan inadecuados, como el sillón, ése que le costó tan caro.
El perro suelta pelo, no digamos el gato. Una pelusilla que se mete por todos lados y que es imposible sacar de la ropa, el sofá o la nariz.
El perro se come los muebles y el gato se afila las uñas en ellos. Es más, en un alarde de agilidad, puede escalar por sus cortinas.
El perro come cosas que no debe y luego las vomita donde le viene más a mano.
Al perro no le gusta quedarse solo y por eso ladra, molestando a sus vecinos. Al perro sí le gusta salir a pasear, a correr y a airearse, lo que le obliga a usted a echarse a las calles.
El perro huele a perro. A veces huele peor que un perro.
El perro implica gasto. Hay que llevarlo al veterinario, hay que vacunarlo y si enferma o se hace daño hay que curarlo.
El perro también come, algunos hasta meriendan.
El perro es una carga, el perro le complicará la vida.
Si el niño le pide un perro y usted no lo ve claro, haga el siguiente ejercicio: mueva la cabeza de un lado a otro en señal de negación las veces que sea necesario.
Si se ve con fuerzas, consiga que el niño entienda que la familia no puede asumir esa responsabilidad. Puede que eso le haga mejor persona y también más responsable.
A cambio de todas las incomodidades, el perro solo le va a poder devolver amor incondicional. No se engañe, no hay más.
Tener perro, gato o cualquier otro ser vivo requiere un compromiso de por vida. El perro lo entiende así y lo acepta sin más complicaciones. Si no está usted dispuesto a asumir ese compromiso, no tenga perro ni gato, no tenga nada que respire.
Hágase un favor a sí mismo, hágale un favor al perro. No tenga perro.
Si a pesar de todo está usted convencido de meter un perro o gato en su vida, antes de gastarse un dinero que puede invertir en otra cosa (como un protector para el sillón caro), evite contribuir al comercio con seres vivos. Pase por un refugio, contacte con alguna asociación. Los tienen de todos los colores, pelajes y razas. Seguro que encuentra uno que le conquiste.
Y no olvide que al perro no le importa de qué marca es usted. Le querrá incluso cuando nadie quiera tenerle cerca.