Revista Diario

No tengo conejo

Por Desmadreando @desmadreando

No hace falta salir en una revista y decir que bloguear es desnudarse y que hay que perder el pudor. Eso lo sé yo bien. Pero vamos cuando te toca perder el pudor en pleno centro de Lionville ¡Zaz! te cae la frase y te da en todos los morros.

Yo iba tan tranquila con Critter después de haberla sometido a su primer corte de cabellera al puro estilo Sanzónllorica por perder su escasos dos rizos (por recomendación obligada de los famiglia) y en eso vislumbramos al pater a lo lejos. Después del saludo oficial- dos besos en cada mexi-lla (cursilería de amor pura)- entregué a la bestia y me dispuse a doblar el cochecito para meterlo al maletero del coche.

No haca falta decir que hacía calor. Era un día de verano puro y duro. No hace falta decir que yo iba en un vestidito rechulo. De esos con escote y minifalda. De esos que con un silbidito de viento uno se se siente Marilyn Monroe. De esos que cuando uno decide “obviar” que existe una acera antes del piso el vestido en cuestión termina siendo más foulard que vestido mostrando los mejores atributos y obligando a cinco viandantes (de edades muy mayores) a parar y ofrecer su ayuda.

Grité como si me hubiese caído de un quinto piso. Lloré como si la acera al clavarse en mi espalda me hubiese roto en dos. Perdí la compostura, mi papel de madre y de tener que enseñar a la niña a ser “valiente” y que “no se llora”. Mi tobillo realizó un giro obligado de 180 grados. Me habló la virgen y me dijo: “Desmadres levántate y anda” pero lo de Lázarillo de Tormes no se me da y el dolor me impidió levantarme y ¡mucho menos andar!

¡Que dolor! Pero cuando pude abrir el ojo y vi a seis galantes caballeros de ochenta y pico de años intentando cargar mis jamones y quejarse de lo “grandota y hermosa que era” ¡más me dolió! ¡Pero si en sus épocas los cánones de belleza marcaban hermosura rolliza!

Fue llegar al hospital implorando droga y decir que yo quería eso que me había dicho la amiga Boticaria García. ¡Quiero mis 7 enanytums! ¡Soy Blancanieves! Y claro en urgencias no sabían si el problema era caída, estar KO o que fuese drogadicta perdida.

Placas, análisis, más placas. Preguntas incómodas. Hacer cálculos. Anotaciones. Vías. Intravenosas. Muñequitas de fieltro adornando solapas de doctor y de enfermeras al puro estilo “soy adorable”pero al verles la cara sabía perfecto que no habían desayunado fibra.

Veredicto final: esguince. ¡Hala! Para casa con paracetamol y 21 días de muletas. ¿Y donde se compran las muletas oiga? Y la enfermera me dijo que pensase. Yo es que con la maternidad perdí varias neuronas pero ¿qué acaso todo mundo sabe dónde comprar muletas?….

Una vez que por twitter me guiaron hacia una farmacia y Semenator pudo obtener las muletas, lo peor de todo estaba aún por venir.

¿Cómo se camina con muletas? ¿Eso cómo se aprende? Y ahí tienen al pobre Semenator dándome clases exprés. Hay que balancearse ¡no hay que brincar! ¡Balancéate! ¡Haz fuerza con los brazos!

Y ahí vino el verdadero problema. Un vecino en el estacionamiento se acercó y se ofreció a ayudarnos. ¡Yo aullaba del dolor! Él amablemente repitió lo mismo que Semenator: ¡haz fuerza con los brazos! pero cuando le dije que ése era justo el problema y que ¡yo no tenía conejo! No pudo parar de reír. Y Semenator. Y yo.

A veces se me olvida que hay términos equívocos pero si ustedes van a México y quieren presumir su conejo ¡a la gente no le sorprenderá! Al revés, siempre puede haber forcejeo de ver quién lo tiene más duro.

No tengo conejo

¡Para caminar con muletas nada como un buen conejo!

En fin…¡nada como meter la pata!

 


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