Revista En Femenino

No todas las princesas son rubias, ni tienen el pelo largo

Por Mamás_besos @mama_besos

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Dudaba si publicar hoy algo relacionado con la celebración del Día Internacional de la Mujer, porque la verdad, me chirría que tengamos que marcar a estas alturas un día en el calendario para defender algo que hace tiempo tendría que estar solucionado.

Pero leyendo el cuento de La princessa cavaller (La princesa caballero), de Sònia Moll, me han venido ganas de traducirlo y compartirlo con todos vosotros con el único objetivo de conseguir que todos nosotros reflexionemos sobre los micro machismos que tan interiorizados tenemos y que muchas veces inculcamos a nuestros hijos e hijas sin tan siquiera darnos cuenta. Lo comparto con todos vosotros, con el único objetivo que se lo leáis a vuestr@s hijo@s.

“Pues no. No todas las princesas tienen el pelo largo, ni todas son rubias. No es cierto. Podríamos decir que todas son bonitas, pero no como tú crees, no como lo has visto en las películas. Porque supongo que es en las películas ¿verdad, que lo has visto?, que las princesas son rubias y bonitas y tienen el pelo muy largo y sedoso y llevan vestidos de gasa. Sí que es verdad que quizás deberíamos admitir que todas son bonitas, pero no así, ¿sabes ?, no como tú crees, no frágiles y etéreas y volátiles. Algunas, ¿sabes?, tienen una belleza rara, inquietante, oscura. Por eso no podemos dejar de mirarlas, y nos arrastran con una fuerza más oscura aún, como el agua negra del río. Algunas princesas tienen una belleza terrible que chupa el alma y la vacía. Son bonitas, de acuerdo, todas lo son. Pero no todas son rubias, ni tienen el pelo largo, y no todas tienen príncipe, ¿sabes ?, para ser princesa no es necesario que haya un príncipe.
 
Tampoco todas las princesas llevan zapatitos de tacón ni se dejan fotografiar el culo junto al culo de otras princesas que vienen a visitarlas mientras suben las escaleras de un palacio bien visible. Las princesas que no conoces cogen la espada cuando es necesario y van a caballo y viven en palacios invisibles y defienden reinos que no son de ningún rey padre, sino de ellas, sólo una de ellas, y si hace falta cortan cabezas y revientan corazas.
 
Y no te creas cuando te dicen que son finas y no pueden dormir si hay un guisante bajo no sé cuantos colchones. Mienten. También mienten cuando te dicen que las brujas las envidian y por eso las hacen dormir durante cien años hasta que llega un príncipe que las salva con un beso. Te aseguro que no necesitan a nadie que las vengan a salvar. Y de besos, ¿sabes?, tienen de sobras, dan y reciben por todos lados, y muchos, cada día, no uno cada cien años. Y, por si no lo sabías, las brujas y las hadas se quieren. ¿Eso no te lo han contado?
 
No te creas cuando te digan que las princesas tienen el pelo largo y rubio y la piel fina como el pan de ángel. Algunas tienen el cabello corto y rabiosamente negro, y van a caballo o en bicicleta y se hacen costras en las rodillas y se embadurnan las manos y los pies y nadan desnudas en el agua helada del río y después se secan al Sol como lagartos . Y hacen mucho ruido cuando se ríen. Vuelven a casa por el camino del bosque, con los pies descalzos y el olor de la tierra adherida para siempre en la piel, el pelo, el vientre. Vuelven a casa con hambre de loba y comen pan y aceitunas y miel. Y nada ni nadie les toma la vida.”


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