Todos somos conscientes de que dadas las altas tasas de desempleo existentes en nuestro país son pocos los trabajadores dispuestos a denunciar algunas irregularidades que se pueden estar dando en su puesto de trabajo, o cuando menos a abrir la boca. Y todo esto viene a cuento del mobbing que se le está haciendo a una persona muy cercana a mí desde una conocida empresa de juguetería infantil. Una empresa que a la hora de contratar a sus trabajadoras las admite por la puerta grande, pero cuando consideran que por su edad ya no ofrece la imagen corporativa de juventud y frescura o cuando reivindican sus derechos, como el derecho a poder disfrutar de una reducción de jornada para poder conciliar la vida familiar y laboral, se las presiona para que abandonen la empresa por la puerta pequeña, o al menos eso es lo que sucede en sus tiendas de Barcelona.
Expertos de la UE ya lo decían la semana pasada, en un estudio realizado por la Agencia Europea de Derechos Fundamentales, que España es uno de los países con una mayor tasa de explotación laboral grave. Pero no sólo es un tema de explotación laboral ya que en los últimos años hemos podido tener conocimiento, y más tras la aprobación en su día de la reforma laboral, de cómo son muchas las empresas que exprimen a sus trabajadores y luego los desechan a conveniencia, y si en lugar de despedirlos consiguen enrarecer las condiciones de trabajo para conseguir con ello que sea el propio trabajador el que renuncie a su puesto de trabajo, mejor que mejor.
Me gustaría, por el cariño que le profeso a la persona que está viviendo en sus propias carnes esta difícil situación, que este escrito pudiera servir de algo y que la empresa pusiera solución a esta vergonzosa episodio de mobbing o bossing. No se puede querer vender de puertas para fuera una imagen familiar y de puertas para adentro demostrar una total falta de respeto a sus trabajadores, convirtiendo las jornadas laborales en un auténtico martirio y poniendo trabas a la conciliación familiar.
MSNoferini