Revista Cultura y Ocio
Título: No todos moriréis Autor: Antonio Jareño Editorial: Autoedición Año de publicación: 2012 Páginas: 342 En agosto Antonio Jareño se puso en contacto conmigo por email para ofrecerme leer su novela, No todos moriréis, autopublicada en Amazon. No sé muy bien por qué, pero yo no vi ese correo electrónico hasta cuatro meses después y en diciembre le contesté al autor, que muy amablemente me envió la novela en pdf, por lo que desde aquí le doy las gracias. Y ahora en febrero por fin me he animado a leerla. Y si he tardado tanto no ha sido por falta de ganas, ya que en los últimos meses he leído reseñas muy positivas sobre esta novela que me han picado mucho la curiosidad. Si no por pereza. No tengo lector electrónico, soy una anticuada que se resiste, sigo prefiriendo los libros en papel. Me gusta tocarlos en las librerías, tenerlos en las estanterías en casa, cogerlos, olerlos y no solo leerlos. Y por eso me da muchísima pereza leer un libro en pdf en el ordenador. No estoy acostumbrada, se me cansa la vista, me duelen los ojos y la cabeza y me cuesta más concentrarme en la historia. Por eso he tardado una semana entera en leer No todos moriréis y lo he hecho a ratos, por las mañanas en casa, poco a poco. Pero eso no significa que la historia no me haya gustado.
Una historia que comienza en la iglesia del Salvador de Yecla (Murcia) durante la Vigilia Pascual del año 1876, continúa en la actualidad en una sucursal bancaria de Murcia un jueves 21 de agosto y que termina en el Monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos) doce años después. El primer personaje al que conocemos es Andrés Suárez, un joven que trabaja en la sucursal bancaria y que pasa su vida en una aburrida rutina que le lleva de casa al trabajo, de ahí a casa de sus padres y vuelta a su casa. Está soltero e independizado, pero sigue dependiendo de sus padres para casi todo. Su vida cambia de la noche a la mañana cuando junto a su compañero de trabajo Walter, un argentino padre de familia y jefe de seguridad del banco, ve una de las cintas de la cámara de seguridad de la sucursal en la que aparece un brutal asesinato y cómo, milagrosa e inexplicablemente, el muerto se levanta como si nada y sigue caminando por la calle a altas horas de la madrugada. Sin contarle nada a nadie, Andrés y Walter deciden investigar el extraño suceso por su cuenta. El primero lo hará desde Murica y el segundo, desde Granada, donde acude a un congreso de seguridad. Pero allí es asesinado. Andrés, guiado por el dolor, el odio, la rabia y la venganza, decide dar un giro de ciento ochenta grados a su vida y lanzarse a la aventura, buscando al asesino de Walter, dispuesto a matarlo con sus propios manos y vengar así la muerte de su mejor amigo. La investigación le llevará de Murcia hasta Berlín y por el camino conocerá al padre Alonso, quien a sus 42 años es el coadjutor de la parroquia de la Purísima de Yecla. Ahogado por su rutina, por la falta de metas y, sobre todo, por la crisis de fe que sufre, el sacerdote decide tomarse unas vacaciones en Roma para investigar una misteriosa carta que un cura de la parroquia escribió en 1876 y en la que habla de personas que vivieron en la época de Jesucristo y que, sin embargo, siguen vivos en nuestros días, ya que nunca murieron, son inmortales. Con el paso de los días y de las páginas a Andrés y al padre Alonso se une la doctora Laura Marco, una española que trabaja en un hospital de Berlín y que no duda en acompañar a sus dos compatriotas por las calles de la capital alemana y ayudarles en su investigación a pesar de que es muy escéptica y no termina de creerse todo lo que le han contado. Los tres deberán enfrentarse a Goran Eistenach, un ex soldado croata que ahora trabaja como jefe de seguridad de la empresa de Magnus Ingaldsen, quien compagina su labor como científico con la de director de una importante empresa de productos de belleza y dueño de un balneario en Islandia. Tanto Goran como Magnus están dispuestos a lo que sea con tal de quitarse de en medio a los tres españoles y de seguir guardando su secreto y sus planes para la humanidad. ¿Existe realmente el Judío Errante o es solo un mito, una leyenda? ¿Se puede alcanzar la inmortalidad, la vida eterna? ¿Es una cuestión de investigación médica, de ciencia o, por el contrario, es un asunto de creencias religiosas y de fe? A todas estas preguntas deberán responder no solo los protagonistas de la novela, sino también el lector. No todos moriréis es una historia trepidante, con un ritmo electrizante que engancha muchísimo desde el comienzo y hasta el final. Una historia llena de acción, de sorpresas, de descubrimientos, de persecuciones, de muertes. Una historia que entretiene, divierte y atrapa. Pero que también nos hace reflexionar. Porque al margen de la acción, que nos lleva por medio mundo, y de los enfrentamientos entre los personajes buenos y los malos, aunque en este caso, como en la vida, no todo es lo que parece, esta historia nos hace pensar mucho no solo sobre la violencia, la maldad, la muerte o la inmortalidad, sino que también plantea temas tan actuales como el poder político, la corrupción, la fe, la religión, el poder de las grandes empresas, las investigaciones médicas o los grandes mitos y leyendas que han llegado hasta nuestros días a través de los siglos. Escrita con un estilo ágil, fluido, sencillo, que hace que sea difícil dejar de leer, No todos moriréis es una historia compleja y completa, un gran rompecabezas formado por un gran número de piezas: Andrés, el padre Alonso, Laura, Magnus, Goran, pero también una empresa de detectives, los gobiernos de Estados Unidos, Francia y Reino Unido, una sociedad elitista formada por un grupo de investigadores médicos que se reúnen en una universidad... Piezas muy diferentes, separadas en el tiempo y en el espacio que, sin embargo, acaban encajando a la perfección y forman un mosaico altamente recomendable. Si queréis saber quién es el Judío Errante, si existe o no la inmortalidad, en definitiva, si queréis leer una novela altamente adictiva, os animo a adentraros en las páginas de este libro pero recordar que luego, quizá, no todos moriréis.