Revista Opinión

No todos somos comunistas

Publicado el 17 agosto 2011 por Jorge Gómez A.

En su última columna en El Dínamo, Max Pavez plantea que el odio se impuso en el movimiento estudiantil y expone cinco tesis para explicar aquella idea. Interesantes planteamientos, pero con ciertas falencias.
Su primera tesis –que en lo personal considero resume a las otras- es que “la izquierda nunca ha dejado de hacer la pega”. Según él, en eso radicaría el origen de las movilizaciones estudiantiles –y otras varias-. Para complementar esa relación causal, agrega que el comunismo, “fracasó administrando el poder, pero no sembrando el odio”. Ergo, las movilizaciones estudiantiles serían la cosecha, luego de años de faena de la izquierda.Pero esa tesis olvida algo esencial e importante, preguntarse ¿Por qué esa ideología encuentra campo fecundo para su siembra y posterior cultivo como plantea el autor? Como crítico del marxismo -sobre todo en sus versiones no eruditas- dudo que la respuesta sea por la mera enseñanza de éste o por su lógica superior con respecto a otros paradigmas. Max Pavez olvida que el marxismo -al igual que las religiones incluido el cristianismo- cunde de manera fácil entre las multitudes apelando a la emotividad, relativa a ciertos temores o aspiraciones. Irónicamente, el marxismo se basa en lo mismo -Nietzsche lo llamaba resentimiento- que usaba el cristianismo en sus inicios. Al obviar eso (por insinceridad o desprolijidad) olvida -al igual que la mayor parte de la clase política y las élites- elementos de carácter más concreto que la ideología, a nivel social, político y económico (basta analizar índices y datos), que pueden indicar o explicar de mejor forma el por qué existe ese supuesto caldo de cultivo. Como decía Bastiat: “¿qué demandan hoy las clases sufrientes? No demandan otra cosa que lo que han demandado y obtenido los capitalistas y los propietarios de bienes raíces”.Pero hay algo más interesante. Max Pavez cae en la trampa discursiva de la lucha de clases y la reproduce en todo su análisis. Considera todo en clave de lucha de clases marxista. Para él, todo aquel que plantea la existencia de una crisis en la educación (aunque ésta se viene manifestando desde antes de 2006); o de representación; o del sistema político electoral binominal; u otras demandas, no es más que parte del eje de la izquierda comunista. Pavez ve todas las demandas como el resultado del trabajo de “la izquierda”. Y con eso, les da demasiado crédito a los comunistas con sus tesis, y le resta importancia a los hechos. Entonces no duda en decir: “Racionalmente no hay relación causal entre las reivindicaciones de los funcionarios públicos y la de los estudiantes…”. Y se responde (y se miente): “hay un sentimiento de causa común en demandas y estilos que son comunes en función de la permeabilización de las actitudes de las ideas de izquierda”. Pero surge la duda ¿Acaso Pavez da por sentado que todos los funcionarios públicos están permeados por las ideas de izquierda? ¿Acaso cree que los funcionarios públicos no se endeudan para educar a sus hijos para no mandarlos a escuelas municipales, o para que asistan a la universidad?Al parecer, para Pavez todos los funcionarios públicos serían de izquierda o estarían permeados por el comunismo. Claro sesgo de clase. En ningún caso considera otros factores que podrían incidir en la relación causal entre el apoyo de funcionarios públicos a las demandas estudiantiles como el simple hecho de tener hijos estudiantes y estar endeudado. Así, entrampado en la idea de lucha de clases que él mismo critica, Pavez considera a cualquier organización de la sociedad civil que plantea demandas, como parte de lo que llama “sub giros de la izquierda” o grupos intermedios politizados. En el fondo, los considera a todos comunistas en sentido estricto. Pero si uno analiza, los gays no son todos comunistas, hay liberales, derechistas incluso. Es más, los comunistas de antaño (aunque ahora lo nieguen) eran homofóbicos. Pero como Pavez está entrampado en la lucha de clases, olvida que las demandas gays son más bien liberales y no tienen relación con Marx o Lenin. Dudo que los consumidores demandando a la Polar por la usura aplicada, sean “sub giros de la izquierda comunista”, o parte de grupos intermedios “politizados”, contrarios al retail o las tarjetas de crédito. Es gente enojada porque le cobraron demás. Es más, son gente defendiendo la idea de propiedad privada, su propiedad privada, su dinero, de la descarada metida de manos a sus bolsillos, por parte de una corporación.En resumen, lo que ha ocurrido efectivamente es que diversos sectores, incluidos de izquierda, se intentan apropiar de lo que la teoría del discurso llama significantes vacíos, que están dando vueltas entre las diversas demandas ciudadanas en diversos ámbitos, pero sin significación concreta. Y claro, le dan un uso utilitario, sobre todo los sectores con ambiciones políticas y electorales. Pero lo clave es que esas demandas no sólo se vienen desarrollando hace tiempo, sino que son diversas y se encuentran dispersas, no están articuladas por un grupo político específico (aunque es claro que algunos intentan hacerlo para obtener dividendos). Por tanto, la clave de las claves de Max Pavez: que toda la revuelta se debe a que “ahora quien gobierna es la Derecha”, es un tremendo error. Probablemente si Frei fuera presidente, estaría viviendo una situación similar. Porque hay un detalle esencial, los ciudadanos, comunistas o no, ya no creen en la clase política y sus modos de gobernar, que en realidad siempre son el mismo. En ese sentido, las quejas de la gente tienen más relación con ideas liberales en cuanto al actuar del poder político y sus amigotes (sobre todo con el actuar indolente y desprolijo de las clases políticas) que con alguna siembra ideológica. Tampoco son una toma de conciencia de clase, como algunos tratan de decir en base a las tesis marxistas.  Aunque claro, algunos quedan a merced del canto de sirenas y comienzan a creer eso.     

Volver a la Portada de Logo Paperblog