Revista Opinión
No tenía ni idea de quién era Rush Limbaugh hasta que leí una noticia en la que él, un volcán, Obama y Dios son los principales protagonistas. Según Limbaugh, agárrense que vienen curvas, la erupción del volcán islandés Eyjfajalla ha sido un castigo divino a la reforma sanitaria de Obama. Es importante tener en cuenta la profesión (periodista), la nacionalidad (estadounidense) y la religión que profesa (la católica) este personaje para intentar, al menos, "entenderle". Imagino que, a la vista de su currículum, habrá obtenido semejante exclusiva del mismísimo Dios, a no ser que estemos hablando de uno de esos "profesionales" que no contrastan la información o directamente se la inventan.
Es curioso que quienes toman el nombre de Dios en vano, para llenar de contenido y dotar de no sé qué clase de autoridad o credibilidad aquello que dicen, acaben dejándole siempre en muy mal lugar. Porque, ¿qué clase de Dios es ese que, despertando a un volcán de su letargo, decide castigar a miles de personas impidiéndoles regresar a su hogar, simplemente porque treinta millones de estadounidenses tendrán, a partir de ahora, derecho a una asistencia sanitaria gratuita de la que carecían? Me pregunto si no habría resultado más creíble que esta especie de portavoz o mensajero divino nos revelase que Dios estaba castigando a quienes dicen ser sus representantes terrenales por silenciar y ocultar los numerosos casos de pederastia habidos en el seno de su Iglesia.